Hay algo de ética y algo de estética en el encuentro de música y poesía. Y más todavía si los protagonistas son Rodolfo Mederos y Juan Gelman.
Mederos hace sonar al bandoneón tan amigable que dan ganas solo de llamarlo Rodolfo. Es sin duda uno de los mejores bandoneonistas de Argentina. Muchos incluso no dudarán en decir que es el mejor bandoneonista de los últimos tiempos, auténtico heredero de una tradición que está consagrada por dos nombres ineludibles: Aníbal Troilo y Ástor Piazzolla. De Juan Gelman ya no hay discusión posible: es el nombre mayor de la poesía argentina, Premio Cervantes del 2007 y columnista del diario Página 12.
Juntos decidieron hacer un recital al que llamaron ‘Del Amor’. Una hora y media de ver cómo se funden el soplo del ‘fuelle’ y el soplo de la poesía. Y descubrir que ha sido verdad lo que dijo Dante: “la poesía es una composición de palabras ordenadas musicalmente”. Además, parece que el bandoneón es quizá el mejor instrumento para acompañar la oralidad poética. Será porque el tango es, también, poesía.
En realidad, “es como elaborar una comida. Se reúnen los elementos, los condimentos, se corta, se cocina, se espera el tiempo necesario y finalmente se sirve el plato”, dice Mederos luego del recital especial para el Canal Público de Argentina, al que fue invitado EL COMERCIO y que aún no se televisa para el público.
“Esa conjugación de la voz y la música es un misterio que se fue develando a medida que Mederos fue componiendo los temas para los poemas que Juan fue eligiendo”, dice Cristina Banegas, quien estuvo a cargo la dirección y puesta en escena.
Banegas cuenta que Gelman la llamó para este proyecto que se estrenó en septiembre del año pasado por el centenario de la Casa América Catalunya, en Barcelona. Y luego de tres meses de elaborar las 11 composiciones de Mederos para la poética gelmaniana, ahora está de gira por Argentina, llenando todos los teatros a donde han acudido (hasta el momento, el nacional Cervantes de Buenos Aires, Santa Fe, Rosario, Córdoba, Mendoza).
La escenografía es austera, con un taichi visual al fondo, de autoría del artista Juan José Chambre. En una esquina, sobre una mesa de madera larga, está Gelman. Una botella de vidrio elegante está a su derecha. Repara que hay agua. “Acá tiene que estar vino”, dice. “Ya mismo te traen un malbec”, le responde inmediatamente Tristán Bauer, el cineasta argentino quien ahora es presidente del Sistema Nacional de Medios Públicos.
Desde esa esquina, con sus amplios ojos verdes, mira a Mederos y su trío. “Yo vine para escucharlos, así que hágame el favor”, les dirá avanzada la noche. Y comienza a sonar el fuelle. Hay una simbiosis entre Mederos y el bandoneón. Ambos son la sístole y la diástole. Mederos a veces hace un sonido con la boca, un “aaaah” largo y profundo, como para asegurarse que sobre esos botones al costado se liberará todo ritmo que él lleva por dentro.
Gelman no deja de observarlo. Solo cerrará los ojos cuando Mederos le dedique especialmente una canción: ‘Sur’. No hay texto. Nadie canta. No hace falta.
Se ve, desde el fondo del auditorio, como si al poeta se le escapara un lagrimón. Obligado a salir de Argentina por la dictadura militar, se quedó en México, pero la melancolía del bandoneón como que le dice que este sur nunca dejó de ser suyo.
En cambio Mederos, cuando todo es silencio para la palabra esencial de Gelman, deja el bandoneón sobre el pañuelo que está sobre sus piernas, y cierra los ojos. Con sus manos entrelazadas, pareciera que está orando.
“A mí me da dos cosas –dirá luego Mederos–: la identificación con su estética y luego una identificación con su ideología. Toda estética tiene una ética y yo adhiero al pensamiento de Juan. Cuando esas dos cosas se juntan, no es tan difícil hacer esto”.
Gelman no querrá hablar después de la presentación. No quiere dar siquiera unas breves declaraciones al canal oficial, el que transmitirá dentro de poco el recital que será inolvidable.
No hizo falta decir nada porque bastó su palabra poética. “El fuelle del bandoneón en el patio / donde bailaban el quiero y no quiero / de machos, hembras y la luz que pasa por la enredadera/ hacían la calentura del verano en mejillas nuevas/ el cuerpo a cuerpo del hablar silencioso/ en los lugares de perdón al mundo/ la inteligencia material del pobre envuelta en una dicha./ Todo y más en el temblor pisado como camino a nadie/ solo así / al mediodía / a la palabra que vendrá, al niño que miraban”.
“Es el patio del casorio a mediodía”, explica sonreído Gelman. La noche está por terminar. “Algo que tocaba yo al mediodía en el mismo patio”, le devuelve Mederos: una milonga que irremediablemente da ganas de bailar. Pero las luces se encienden. La función ha terminado.
El público de pie los ovaciona con aplausos en una noche de amor, ética y estética.
Fragmentos de algunos poemas de Juan Gelman
Soy en tu no conocida hermosura
La que se esconde en tu hermosura
No puedo verla en su naturaleza ardiente
Tu imagen puedo ver en todas partes
No sé por qué te amo
Sé que por eso te amo
Cae mi lengua como la de Catulo
En su doble noche de deseo
Nadie vuelve de vos a lo que fue
Cuando callan las palabras inevitables
Las repeticiones del dolor
y los huecos de la tiniebla alta
Conozco tu pacto que sucede de pronto
Nacer es el apetito que das caballa de la boca
Amarte es esto:
Una palabra que está por decir
Un arbolito sin hojas
Que da sombra.
Querendona
No te vayas de aquí
De mi grano de arena
De este minuto
Cuando estamos juntos
El fuego cae
Sobre la ruinas del sol
Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.
Cómo será acostarme
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.
Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.
Sobre el recital
Rodolfo Mederos Trío está formado por Armando de la Vega en la guitarra y Sergio Rivas, en el contrabajo.
El primer recital fue en Barcelona en septiembre del 2010.
Página 12 distribuyó el video de ese primer recital.