Es la primera vez, en más de 30 años, que se reúnen cerca de 100 originales del estudio del fotógrafo peruano en una exposición. Fotos: cortesía Museo Casa del Alabado.
La muestra ‘Cosmovisión andina en las fotografías de Martín Chambi’ se abre hoy (25 de octubre del 2018) y permanecerá en el Museo Casa del Alabado hasta el 13 de enero de 2019. Son cerca de 100 imágenes de entre 1920 y 1930 que fueron reveladas en el estudio del fotógrafo peruano, lo que convierte a esta en la primera exhibición en los últimos 30 años en contar exclusivamente con originales.
“La imagen original es diferente a la copia digital o a la reproducción en otros tamaños. En estas fotos se aprecian decisiones del autor, en tamaños, revelados, grises y texturas. Es impresionante lo que proporciona el original”, dice Andrés Garay, curador de la exhibición.
Martín Chambi (1891-1973) nació en una familia quechua que vivía de trabajos agrícolas y mineros en Coaza, un pueblo en el sureste peruano. A los 17 años emigró a Arequipa, donde trabajó, en una primera etapa, en el estudio del reconocido fotógrafo Max T. Vargas, y, en una segunda, en el sofisticado Estudio de Arte Vargas Hnos. En 1920 abrió su estudio fotográfico en el Cusco, el cual permaneció activo durante cinco décadas.
Las imágenes de la exposición están distribuidas en tres salas del museo quiteño, con base en tres ejes temáticos. En la planta baja están las postales, fotografías de la riqueza arquitectónica y cultural del Cusco, que fueron capturadas con placas del tamaño final de la imagen, con el objetivo de reproducirlas de forma masiva. El soporte usado era un papel grueso y más resistente que el fotográfico.
Este primer espacio es un acercamiento a la empresa fotográfica de Chambi, un fotógrafo alrededor del cual se han creado varios mitos. En los últimos años se ha dicho que el artista peruano no fue conocido en su época. En realidad, su estudio se convirtió en una referencia y en un sitio de visita obligada para arqueólogos, turistas y coleccionistas.
En la Sala de Exposición Temporal del Museo, ya en la planta superior, se desplegaron las imágenes de divulgación cultural y social. Cusco, con su arquitectura colonial, también es protagonista aquí, pero ya no solo la parte urbana, sino también los habitantes del campo y los paisajes naturales y arquitectónicos precolombinos.
“Tenía la intención de visibilizar y dar a conocer la riqueza de los factores identitarios del Cusco”, dice Garay. Sus viajes a Machu Picchu, que había sido descubierto hace poco y cuando todavía era inaccesible, contribuyeron a dar a conocer la complejidad cultural prehispánica y también fueron de la mano de la naciente industria turística en esa región peruana.
En su estudio, el fotógrafo tenía a la venta copias de estos paisajes, momentos y personajes en finos papeles fotográficos, como una alternativa para los coleccionistas nacionales e internacionales.
Algunas imágenes eran realizadas bajo pedido y publicadas en medios latinoamericanos como el diario argentino La Nación o la revista Variedades. Pero Chambi también realizó fotografías como un registro documental de la vida de los indígenas cusqueños de la primera mitad del siglo XX.
Denunciaba la explotación, la falta de derechos y las condiciones de vida de los indígenas, pero desde una mirada dignificante. “Trasciende el discurso indigenista -al que él mismo contribuye en sus inicios- y lleva al espectador a la reflexión”, asegura Garay.
En la última sala están expuestos retratos, tanto de los burgueses cusqueños, como de los indígenas. Aquí se ve la ecuanimidad para retratar a sus modelos, sin importar su proveniencia, y también la expectativa. Las personas de clase alta esperaban recrear una imagen hedonista de sí mismos, mientras que los indígenas se reflejan ante un par.