Camila tiene 10 años y usa cinco productos para cuidar su rostro. Uno de ellos es para el contorno de ojos.
Salomé tiene 11 años y hace lo mismo con cuatro artículos. Como ellas, otras niñas incluyen una rutina de skincare en su jornada diaria.
Comparten este paso a paso en videos que suben a redes sociales, sobre todo TikTok. Se ve que saben de marcas, ingredientes, funciones y orden de aplicación de cremas, espumas y tónicos, como si fueran adultas.
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Además de que parte de este cuidado no es necesario para niñas y adolescentes, la rutina de skincare se está convirtiendo en una obsesión. El fenómeno se llama cosmeticorexia y puede representar un riesgo para ellas.
¿Qué es la cosmeticorexia?
La cosmeticorexia está emergiendo como un grave riesgo para la salud dermatológica y mental de esta población. Este fenómeno es impulsado por el bombardeo constante de información sobre productos cosméticos en las redes sociales.
El tema ha llevado a un preocupante aumento en el uso excesivo de estos artículos, con consecuencias adversas para la piel y la autoestima de las niñas y adolescentes. Se caracteriza por una obsesión por el cuidado de la apariencia, impulsada por la búsqueda de una piel perfecta.
Riesgos de la cosmeticorexia
Las necesidades dermatológicas de niñas y adolescentes difieren considerablemente de las de los adultos. El uso desmedido de productos cosméticos, como retinoides y alfa-hidroxiácidos, destinados a pieles maduras, puede provocar obstrucción de poros, irritación, alergias y dermatitis en la piel de esta población.
Camila, la niña de 10 años, por ejemplo, agrega a su rutina un producto para combatir ojeras y, aunque estas marcas bajo los ojos sí pueden aparecer en la infancia, son otros los factores que las causan a esa edad.
Las ojeras son más comunes en adultos debido a la falta de sueño, el estrés, la fatiga y el envejecimiento de la piel. En la infancia, las ojeras a menudo están relacionadas con problemas de salud subyacentes, como alergias, desnutrición o, incluso, genética, por lo tanto, una crema puede no ser efectiva.
El impacto del bombardeo de información sobre productos cosméticos en las redes sociales es significativo, especialmente entre las jóvenes que buscan validación y aprobación en línea. Influencers y modelos de imagen a seguir promueven estándares de belleza poco realistas y generan una presión constante para alcanzar estas expectativas.
La búsqueda de aceptación social y la necesidad de pertenecer a un grupo lleva a muchas niñas a imitar rutinas de cuidado facial y maquillaje, sin considerar los posibles riesgos para su salud.
Señales de alerta
Los indicadores de que el fenómeno ocurre en casa incluyen un aumento en el gasto de dinero en productos de belleza, una preocupación excesiva por la apariencia física y cambios en el estado de ánimo, como tristeza o irritabilidad.
Los padres, educadores y profesionales de la salud juegan un papel crucial en la prevención y abordaje de esta problemática. Es necesario que brinden apoyo emocional, que promuevan una imagen corporal positiva y fomenten una relación saludable con el cuidado de la piel.
Es fundamental ofrecer un ambiente de autoaceptación y comprensión, donde se promueva la autoestima basada en cualidades no relacionadas con la apariencia física. Además, es importante limitar el acceso de los niños a contenidos sensibles en las redes sociales.
Aunque, en ocasiones, los videos que se comparten están subidos en las cuentas de redes sociales de los padres, lo que puede significar que sus progenitores están al tanto de lo que hacen y están de acuerdo.
En cuanto al cuidado de la piel, es importante enfatizar en una adecuada higiene, el uso de protector solar y la hidratación solo cuando sea necesario. Sin embargo, el cuidado de la salud mental también es fundamental, señala Patricia Pitta Vargas, neuropsicóloga y docente de la Universidad Internacional SEK.
Resultado de una infancia más corta
Cada día se está acortando más la infancia de estas adolescentes, porque empezamos antes a inducirlas en el mundo de la belleza y lo podemos ver en cualquier casa, donde niñas con 5 o 6 años ya tienen su set de maquillaje, se pintan las uñas, dice María del Pilar Pérez Rivas, directora académica del Máster en Dermocosmética y Formulación Cosmética de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
“Eso hace que cuando lleguen a los 13 o 14 ya se hayan vuelto completamente adictas”, explica. Frente a eso, lo mejor es retrasar la práctica de ser mayor o hacerlas sentir mayores al máximo.
Aunque en la sociedad en que vivimos sea difícil, debido al consumo que se ve fomentado por grandes monstruos que trabajan en el mercado cosmético y su impacto sobre esas adolescentes.