Hasta este 16 de octubre del 2018 se conoce que la causa del fallido lanzamiento de la Soyuz fue una colisión. Foto: EFE.
La empresa aeroespacial Energuia, fabricante de las naves Soyuz de Rusia, dijo hoy (16 de octubre del 2018) que se barajan varias teorías sobre el fallido lanzamiento a la Estación Espacial Internacional (EEI) el pasado día 11 en el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, con dos astronautas a bordo.
“Hay muchas teorías y la comisión (de investigación) las está evaluando todas”, señaló en rueda de prensa el diseñador jefe adjunto de la Corporación Energuia, Igor Khamits, quien rehusó especular sobre las eventuales causas del incidente, sobre todo después de que “fuentes del sector” aeroespacial apuntaran a la posibilidad de un sabotaje.
Explicó, según informa la agencia Interfax, que factores que no fueron controlados por sistemas telemétricos pueden haber contribuido al accidente, lo que dificulta la investigación iniciada por una comisión.
“Si algo ocurre, ocurre porque no lo preveías y, cuando algo no se prevé, implica que no se ha dotado (el posible problema) de supervisión de telemetría”, subrayó Khamits.
De momento, lo que se sabe es que la causa directa del fallido lanzamiento fue una colisión en la primera etapa de un elemento lateral con el cohete y, al separarse, se produjo un contacto entre la primera y segunda etapa, afirmó un día después del incidente el director ejecutivo de Roscosmos, Serguéi Krikaliov.
Los especialistas estudiarán los fragmentos de la nave, indicó el diseñador jefe adjunto de Energuia, y añadió que las piezas, encontradas dispersadas en la estepa kazaja, tras caer desde gran altura, están “aplastadas”, lo que complica las tareas de investigación.
Por ello, también se perdió todo el equipo de alta tecnología que iba a ser transportado a la EEI, como una bioimpresora 3D con la que se quería imprimir tejido humano en el laboratorio orbital.
“Lo único que se salvó fue todo lo que se encontraba en la tercera silla de la cápsula de aterrizaje al lado de la tripulación”, dijo Khamits, en referencia al cosmonauta ruso Alexéi Ovchinin y el estadounidense Nick Hague, que se salvaron porque funcionó el sistema automático de eyección pocos minutos después del despegue, cuando la nave registró problemas con el propulsor.