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Capacitación del docente fiscal avanza; todavía faltan recursos

Mónica Guerra, de 51 años, es profesora de lengua y literatura, de segundo de bachillerato en el Colegio Mejía.

Mónica Guerra, de 51 años, es profesora de lengua y literatura, de segundo de bachillerato en el Colegio Mejía.

Mónica Guerra, de 51 años, es profesora de lengua y literatura, de segundo de bachillerato en el Colegio Mejía. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO

La profesora Mónica Guerra, de 51 años, quisiera estudiar una tercera maestría, esta vez enfocada en la psicología. Eso le ayudaría a entender mejor a sus alumnos de segundo de bachillerato. Cuenta que son unos 270, en seis cursos; 45 en promedio en cada aula.

En la jornada vespertina del Colegio Mejía, en Quito, da clases de lengua y literatura. Dirige el área y le enorgullecen los cómics, que hace poco, los chicos elaboraron tras leer ‘La Virgen de los Sicarios’, de Fernando Vallejo. Trata de que los trabajos que les envía no se resuelvan descargando el resumen de un libro en Internet.

Guerra es una de 159 663 docentes de planteles fiscales del país. En el sistema público se concentra el grueso de estos profesionales, que este 13 de abril, como cada año, celebran su día.

Como otros 2 462 colegas, Guerra obtuvo su maestría en un programa financiado por el Estado. En su caso en la Universidad Complutense de Madrid; otros lo hicieron en la Autónoma de Madrid, U. de Barcelona, U. Nacional de Educación a Distancia.

En junio se prevé que se incorpore otra promoción de 975 educadores de la U. Rey Juan Carlos, también de España. Y para diciembre, otros 540, en la Universidad de La Plata, en Argentina.

El 12 de febrero se cumplió un año desde la graduación de la profesora del Mejía. Ella antes había estudiado otra maestría sobre literatura infantil y juvenil. Capacitarse, recuerda, implicó dejar de lado su casa. Pero lo considera esencial.

Pese a que por primera vez, el magisterio ha accedido a becas de cuarto nivel, no todos están conformes. Uno es Elvis Moreira, quien presidía el núcleo Pichincha de lo que fue la Unión Nacional de Educadores (UNE), disuelta en el 2016.

Para él, el Gobierno no ha cumplido con la formación en los términos que se requiere. “Desde hace cuatro años se ha suspendido todo tipo de capacitación”, asegura. Y se queja porque “ahora hacen unas ‘on- line’, con las que nos cargan de más horas de trabajo. Tenemos que sentarnos frente al computador cuando deberíamos pasar con la familia”.

“Con la contracción económica hubo dificultades para lanzar una nueva convocatoria de maestrías”. Lo admite Augusto Espinosa, exministro de Educación y hoy legislador electo por Alianza País.

Pero pide tomar en cuenta que en estos años hubo un cambio conceptual en cuanto a la importancia de la formación continua del docente. Recuerda que en la primera fase de capacitación se invirtió alrededor de USD 50 millones.

Según el Ministerio de Educación, en el marco del programa de maestrías internacionales, otros 690 docentes iniciaron actividades, este 2017, en Pichincha, Napo, Santa Elena, Guayas, Galápagos, etc.

Desde el 2014 se registran 174 550 participaciones de maestros fiscales en cursos de actualización. Este año se anotaron 35 733. Tratan sobre sensibilización en discapacidades; uso, consumo y prevención de drogas, y actualización curricular para la Costa.

Son muestras de que se ha avanzado en el proceso de dignificar la carrera docente. Así opina Nelly Miño, rectora del 24 de Mayo y coordinadora de la Red de Maestros, gremio cercano al oficialismo.

Antes de la Ley Orgánica de Educación Intercultural Bilingüe (LOEI) -recuerda- se ingresaba al magisterio con el salario básico general. Ahora con un sueldo de USD 817. “Es una opción atractiva para los jóvenes. Aunque han aumentado las exigencias en el desempeño, que asumimos como necesarias para mejorar. La preparación es constante”.

Eso en relación a los Quiero Ser Maestro (van cinco ediciones del concurso para ser parte del magisterio) y a las evaluaciones. Las pruebas para la recategorización se hicieron entre el 2014 y el 2015. Y en el 2016 se implementó el primer Ser Maestro a todos en el sistema público. El 93,2% aprobó los Saberes Disciplinares.

Más allá de las notas están los testimonios. “Mónica (Guerra) es una profe que inspira”, dice Josué Ticsilema, de 18 años. En el segundo de bachillerato fue su alumno. Y motivado por ella y otra clase se le ocurrió hacer el cortometraje ‘Sebas ponte en mis zapatos’, en el que se habla de un estudiante en silla de ruedas, acoso y cómo batallar con esos y otros monstruos. Así ganó media beca en la UDLA, cursa el segundo semestre de Cine.

Guerra recuerda que Josué brindó tutorías sobre cortos a chicos de décimo de básica. Sus estudiantes le hacen sentirse motivada para buscar más formas de prepararse.

Estará en un curso para aprender a investigar y escribir trabajos académicos. Para obtener su cupo en la maestría, además de mostrar buenas calificaciones en la evaluación, presentó un ensayo. Su carrera en el magisterio fiscal no es larga, tras ganar un Quiero Ser Maestro ingresó en el 2011.

Por 23 años fue maestra de un instituto de español, le refrendaron 15 de esos años, como dice la norma. Antes de que se instaurara la política de concursos no confiaba en el proceso, creía que había que pagar dinero. Participó y ganó una plaza en un plantel en Amaguaña, en la categoría G. Dio pruebas y fue recategorizada, está en la D, pero en un año deberán colocarla en la C (la más alta es la A). Gana USD 1 084.

Para Espinosa se ha pasado un ciclo, en el que se sentaron las bases. En el próximo el énfasis debe estar en la calidad educativa. Para eso -apunta- se debe garantizar un rubro fijo para la formación docente, hay que mejorarles el salario, estructurar mejor su escalafón para que se iguale al de policías y militares, al menos. La Red de Maestros, adelanta, busca reformar la LOEI, para que se destinen unos USD 100 millones anuales para capacitación.