Estudio de reptiles y anfibios aumenta

La Fundación Gustavo Orcés lideró un proyecto para la reintroducción de ranas marsupiales en una zona de Quito. Foto: cortesía Vivarium.

La Fundación Gustavo Orcés lideró un proyecto para la reintroducción de ranas marsupiales en una zona de Quito. Foto: cortesía Vivarium.

La Fundación Gustavo Orcés lideró un proyecto para la reintroducción de ranas marsupiales en una zona de Quito. Foto: cortesía Vivarium.

El estudio de reptiles y anfibios continúa en aumento en el país. El mes pasado se llevó a cabo en Quito el primer Congreso Internacional de Herpetología en América, donde se expusieron los avances que este campo ha tenido en los últimos 30 años.

Este también es el tiempo durante el cual ha funcionado la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés.

Jean Marc Touzet, miembro fundador de la fundación y del Vivarium de Quito, explica que en 1991 se registraban alrededor de 402 especies de anfibios y 379 de reptiles. Mientras que, en 2017, el número aumentó a 624 especies de anfibios y 479 de reptiles.

Hace 30 años, dice, los herpetólogos “se contaban con los dedos de una mano” y ahora hay más de 400 artículos relacionados con anfibios y reptiles y en este campo hay la mayor cantidad de publicaciones científicas en el país.

En este tiempo también se empezó a impulsar la idea de “conocer para poder proteger”, explica el investigador. Durante estos 30 años, el Vivarium ha recibido alrededor de un millón de visitantes y se ha dado clases a 200 000 estudiantes. La intención de este sitio y de la organización, cuenta, es contribuir a la conservación de los anfibios y reptiles ecuatorianos mediante la educación y la investigación.

María Elena Barragán, directora ejecutiva de la Fundación Gustavo Orcés, explica que es necesaria la existencia de sitios donde se maneja a estas especies bajo cuidado humano, para poder continuar con los estudios sobre su comportamiento, aunque muchas veces se critica la tenencia de animales en cautiverio. “Con responsabilidad y proyectos bien diseñados, esto es factible”, dice Barragán.

Uno de los proyectos más emblemáticos, que se ha realizado en estos 30 años, ha sido la reintroducción de la rana marsupial a su hábitat. Alrededor de 500 ranas, entre renacuajos, juveniles y adultas, fueron liberadas en Lumbisí.

Estas nacieron en cautiverio y, después de un proceso de adaptación, se las dejó en libertad. La intención es que la especie vuelva a habitar estas zonas de Quito. Además, se creó un cuento como parte del programa de educación sobre estas ranas y se continúa con el monitoreo en la zona.

Aunque el enfoque en la herpetología ha aumentado en los últimos años, sus amenazas también se han incrementado. Barragán explica que reptiles como las tortugas, por ejemplo, son más vulnerables al cambio climático que otros animales. En su caso, la temperatura del ambiente determina el sexo del animal, por lo que si hay época de altas temperaturas nacerán solo machos o únicamente hembras y esto afectará a su población en el futuro.

A las consecuencias del cambio climático se suma la pérdida de hábitat. Estos son animales que, en su mayoría, viven en zonas pristinas y muchos tienen rangos de distribución muy pequeños. “Tenemos que ir más rápido”, dice Barragán. Su objetivo es que el público y los investigadores jóvenes se involucren más en el cuidado de estas especies.

Osvaldo Albornoz, director de la carrera de Medicina Veterinaria de la Universidad de las Américas, coincide en que es necesario reforzar el interés por el estudio de reptiles y anfibios en los estudiantes. Por esto, la idea es que este congreso se continúe realizando.

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