El achiote es parte de una propuesta turística cultural tsáchila

El achiote en el cabello es parte de las costumbres. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

El achiote en el cabello es parte de las costumbres. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

Los tsáchilas mostraron sus tradiciones a las autoridades de la Asamblea Nacional que visitaron la comuna Chigüilpe. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

El achiote que los tsáchilas se untan en el cabello es parte de una propuesta turística cultural que esta nacionalidad presentó a las autoridades de la Asamblea Nacional.

El planteamiento fue entregado en el marco de la visita que realizó a las comunas de esta etnia el presidente del Legislativo, César Litardo, con varios asambleístas de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Para los nativos de esta nacionalidad, el achiote constituye una fuente de vida y esperanza para la subsistencia.

Fue por años el elemento que les dotó de protección contra el mal de la viruela. El fruto en su estado natural está dentro de una corteza verdosa con filamentos de fibra vegetal.

Según Abraham Calazacón, líder del centro cultural Mushily, el achiote no necesariamente debe ser empleado por el hombre. Las mujeres, por ejemplo, lo utilizan para realizar baños o brebajes que ayudan a aliviar dolores en ellas.

Según los análisis de laboratorio realizado en el 2016 por estudiantes de bioquímica de la Universidad Autónoma de los Andes, en el achiote se confirmó la existencia de agentes químicos como taninos, triterpenos y genipina.

Con estos se puede elaborar un tinte natural para restituir el color del cabello cuando se pierde, según el análisis de la egresada Estefanía Martínez. Para formalizar la propuesta turística, los tsáchilas realizaron un ritual en el que mostraron cómo se extrae y se usa el achiote. Luego colocaron el fruto en la bandera de la nacionalidad. De esa forma, las autoridades de la Asamblea Nacional escucharon los detalles de la petición.

La gobernadora de la etnia, Diana Aguavil, señala que la idea es que este símbolo ancestral primero reciba una distinción del Legislativo a través de su máximo Gobierno interno. Y después se incorpore como un símbolo dentro de la institucionalidad local, es decir que sea el referente de la imagen de la provincia Tsáchila.

El achiote en el cabello es parte de las costumbres. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

Los asambleístas de la provincia analizan el marco jurídico de la petición. El legislador Ángel Gende indicó que con su equipo jurídico redactarán un pedido formal que será socializado con la Gobernación Tsáchila para afinar los detalles. La gobernadora Aguavil, informó que dentro del pedido se deben incluir los episodios históricos.

En los archivos de esa entidad se indica que a finales del siglo 19 y a inicios del siglo 20, la población tsáchila se contagió de viruela. Esto ocasionó la muerte de varios indígenas y maestros espirituales. Ellos con el tiempo buscaron un remedio para detener el virus.

Los historiadores de la nacionalidad cuentan que los ancestros de los sanadores les dijeron que debían protegerse con achiote. Ahí empezó su uso y relación con los nativos.

En cada comuna existen al menos 60 hectáreas de árboles de achiote. Estos son considerados sagrados por su fruto. Su flor también es respetada en la comunidad. Y la cosecha se da a medida que se necesite de los granos para sacar una pasta, que servirá de pigmento para el cabello de los hombres y para realizar líneas corporales en toda la población.

En la comuna Cóngoma se recolecta el achiote y se coloca en una bandeja honda de madera, donde se lo aplasta y se convierte en pasta, para luego ser utilizado en el proceso de pintado del cabello.

Los niños muestran el fruto tradicional de su etnia. Foto: Bolívar Velasco/ EL COMERCIO.

La colocación sobre la cabeza es manual. Los antiguos tsáchilas se arrodillaban en una hoja de plátano y realizaban el peinado que los identifica.
A los turistas que visitan la comuna Chigüilpe se les habla sobre la cosecha, el uso y la relación ancestral que mantienen los tsáchilas.

Su flor también tiene un significado cultural para esta nacionalidad. Cada florecimiento del árbol es un aviso para la preparación de la cosecha, que es esperada con expectativa.

También sirve como repelente natural para los insectos. Se suele colocar en la cara con líneas gruesas.

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