80 años del héroe más poderoso

Superman dio inicio al género de los superhéroes en los cómics. Ha sobrevivido críticas y hoy es símbolo de los inmigrantes. Foto: Facebook/Superman.

Superman debutó en público hace ocho décadas y su impacto en la cultura fue tan poderoso que el filósofo italiano Umberto Eco lo elevó de la categoría de simple ‘personaje’ al de ‘mito’. De alguna manera, este superhéroe representó, con su capa roja, traje azul y letra ‘S’ en el pecho, el compendio de ciertas aspiraciones colectivas, sobre todo las estadounidenses.
Su aparición en medio de la Gran Depresión y en vísperas de la Segunda Guerra Mundial le permitió posicionarse rápidamente en el cómic pero también en la radio, la TV y el cine.
Sus creadores, como suele ser frecuente, no tenían tan alta pretensión. El escritor estadounidense Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster tardaron cinco años en lograr que alguna editorial les publicara el personaje y terminaron vendiéndolo por USD 130 a Detective Comics Inc.
Si hubieran entendido el potencial de su creación, jamás se habrían desprendido tan fácilmente de Superman. Incluso hoy los herederos de Siegel y Shuster siguen en pelea por recuperar parte de ese legado.
Superman fue toda una novedad para el mercado del cómic, pero también se benefició de algunos pasos previos en esa industria. Como lo recuerda Román Gubern en ‘La mirada opulenta’, ya había héroes con capas gracias al mago Mandrake. Ya se dibujaban héroes con uniforme gracias a The Phantom. Ya circulaba Buck Rogers, considerada la primera historieta espacial y de ciencia ficción.
También existían personajes que luchaban contra los malos, como Dick Tracy pero sobre todo Tarzán, el primer héroe de poderes extraordinarios que, al mismo tiempo, exhibe una carga ideológica detrás, como el racismo y la defensa del colonialismo: en este caso los blancos salen al rescate de los negros.
Superman es una síntesis de todo eso, pero Siegel y Shuster le agregaron una visión más bien literaria, inspirada en la mitología griega, a su personaje, a quien rediseñaron varias veces hasta obtener la narrativa básica que todos conocemos.
Superman es un extraterrestre que proviene de Kriptón, un mundo más avanzado pero en sus últimos días, por lo que es enviado cuando era bebé por sus padres para salvarle la vida. El sol de nuestro sistema le otorga poderes sobrehumanos, gran fuerza, capacidad de volar, visión calorífica y de rayos X. Sus padres adoptivos, unos amables granjeros de Kansas, le inculcan el valor del respeto a la vida y la búsqueda de la justicia. Y le dan un nombre, Clark Kent, para que viva camuflado entre nosotros los mortales.
Cuando llega a la adultez, se traslada a Metrópolis y se desempeña como un periodista algo tímido y torpe, una tapadera para ayudar a la gente como Superman; aunque también debe lidiar con Luisa Lane, su temeraria colega y de quien se enamora. Pero ella está enamorada de Superman, no de Clark. Qué lío.
Otorgar capacidades sobrehumanas a los personajes tampoco era una novedad. Sansón, Hércules, Sigfrido, Orlando, Pantagruel y Peter Pan eran extraordinarios. La ventaja de Superman es que nació en la era del género de la novela, pero fue la estrella del género de cómic. Calzó en los gustos masivos del público y fue rápidamente absorbido por la dinámica del mercado.
Superman dio inicio al subgénero de los superhéroes, que lograron expandirse por su fuerte contenido aspiracional. Triunfaron porque no eran carpinteros, zapateros o electricistas. Sus aventuras fuera de lo normal, insólitas, y protagonizadas por personajes agraciados fueron, primero, una enérgica evasión a los años de crisis económica. Y luego, en la Segunda Guerra Mundial, dieron esperanza al público de que los nazis y los japoneses serían derrotados.
A pesar de que el subgénero se consolidó, se ha discutido sobre la calidad del cómic. El caricaturista mexicano Eduardo del Río, el famoso Rius, en su ‘Guía de la historieta’ considera que Superman dio inicio a la decadencia del cómic, sobre todo cuando se lo convirtió en un arma al servicio de la democracia, es decir, del ‘establishment’. Aunque esto no era un asunto exclusivo del ‘Tío Sam’, porque los japoneses también justificaban su expansión por el Pacífico con historietas.
Se ha debatido mucho sobre la ideología de Superman, un personaje que ha sido adaptado según las épocas y los autores, aunque manteniendo la premisa básica de su origen alienígena. Esto, justamente, está de moda. Superman es presentado como un símbolo de los inmigrantes que genera reacciones diversas entre los estadounidenses. Para unos, como el villano Lex Luthor, millonario y científico genial, es inconcebible que la protección del mundo esté a cargo de un extraterrestre. Por eso, hay que matarlo cuanto antes.
Aunque, de todos modos, Superman sigue siendo de derecha. Según escribe Julio Embid en ‘Con capa y antifaz, la ideología de los superhéroes’, el kriptoniano es similar al papel de los héroes mitológicos griegos o los santos católicos de la Edad Media: servían para defender el sistema vigente, el modelo. Superman es conservador y representa la tradición religiosa del sur de Estados Unidos, aunque con buenas intenciones. Seguramente, habría votado por Trump.