Así deberíamos considerar a las que preanunció el presidente Moreno, que mientras no se traduzcan en normas legales no podremos ver si pueden modificar las expectativas pesimistas y conducir a una recuperación de la economía, toda vez que ésta solo se podrá alcanzar si se confieren certezas al sector privado para hacer empresas con mejor productividad y mayor competitividad, que contribuyan al desarrollo nacional y creen nuevos puestos de trabajo a donde puedan ir quienes saldrían del sector público cuando el gobierno disminuya la obesidad burocrática.
Como el presidente Moreno no aspira a la reelección tiene los suficientes grados de libertad para sincerar la economía en aras de aumentar el empleo adecuado, tan venido a menos. Aunque es difícil sustraerse de la turbulencia política debe atender también el tema económico y hacer todo lo que se pueda en el menor plazo. Por ejemplo debe seguir por el camino correcto de la austeridad con criterio social para disminuir la brecha fiscal que limita las perspectivas del crecimiento económico, que es el único objetivo concreto de un buen gobierno. Hay mucho que podar en la selva de organismos gubernamentales que se han creado sin orden ni concierto y se lo puede ejecutar sin disminuir la eficacia de la administración pública. Si sigue el dispendio el gobierno no tendrá la autoridad para plantear una mayor contribución de la población en caso de que la situación se vuelva inmanejable.
Si falla la economía toda la popularidad se irá al suelo. Si el Presidente Moreno no dedica el tiempo indispensable para pensar dos y tres veces sobre el curso previsible de la economía, que evite la confusión que pueda darse si se hace camino al andar o si la gente percibe un liberalismo disfrazado de populismo.
En 1972 la Ley de Comercio de EE.UU. (Trade Act) incluyó una norma para excluir a Ecuador y Venezuela del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), por ser miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), afectando así la competitividad de los productos exportables del Ecuador. La Misión Económica del Ecuador en Ginebra trabajó 7 años, denunciando en todos los foros internacionales pertinentes esta violación a la normas del Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (hoy Organización Mundial de Comercio OMC), hasta que en 1979 se levantó tal discriminación, permitiendo al Ecuador competir en igualdad de condiciones con los demás países en desarrollo en el mercado de EE.UU.
La estructura productiva probablemente seguirá poco dinámica en el período de Lenin Moreno, debido a que no se vislumbra un nuevo motor del desarrollo como el petróleo, por lo que asistiremos a un transcurrir vegetativo, sin que la economía pueda recuperar una tasa de crecimiento que supere a la del aumento de la población que en el año 2021 sobrepasará los 17 millones de habitantes, congelando así el ingreso per cápita. Solo una subida del precio del petróleo ecuatoriano por encima de un promedio de 50 dólares podría empujar hacia arriba a la economía, pero los pronósticos dicen que esto no es realista.
Mientras el gobierno del presidente Lenin Moreno prosigue con el diálogo nacional con 1.500 participantes y los asambleístas se entretienen en diálogos paralelos con los empresarios, lo urgente y de fondo es que la empresa privada confíe en la posición amigable del gobierno e invierta más para recuperar la economía y aumentar el empleo.
Sin que exista todavía un plan económico del nuevo gobierno, el ministro de Finanzas ha planteado que los empresarios dejen de pagar el aporte patronal al IESS y que el gobierno lo haga para bajar los costos de los productos. Esto es como trastrocar la leyenda de Robin Hood pues se utilizarían los recursos estatales que son de todos los ecuatorianos para dar deliberadamente a los empleadores, lo que es un absurdo solo comparable a lo que en el pasado otros confusos eliminaron el impuesto a la renta y reemplazaron con un impuesto a los cheques. Intentar que el dinero de nuestros impuestos sea usado para pagar el aporte patronal al IESS es algo que no tiene presentación política ni económica ni social. De prosperar esta improvisación, deberíamos aceptar que tampoco los trabajadores aporten con parte de su sueldo al IESS.
En lo que va del siglo no hemos podido cambiar la economía ecuatoriana en algún sentido estructural y no hay motivos para creer que en el mediano plazo dejemos de ser un país que tiene una vida meramente orgánica, despreocupado de lo fundamental, que crece poco, vegetativamente, porque no hay el impulso voluntario para cambiar, quizá porque el facilismo petrolero así lo determinó.
Es una verdad de destino que lo que le ocurra al Ecuador en el futuro mediato será fruto del esfuerzo corresponsable de toda la sociedad, para lo cual se impone un cambio cultural que forje la vía de salida entre todos, gobernantes y gobernados, haciendo lo que hay que hacer sin caer en el anacronismo del temor al costo inmediato.
wherrera@elcomercio.org
Si el gobierno de Moreno prosigue con lo bueno que hizo Correa en el campo social y corrige lo malo en lo político y económico ya tendríamos una línea de definiciones.
Como lo que viene es un cambio de presidente y no de gobierno, luego de una enconada campaña electoral tender la mano para un diálogo puede no ser fructífero pero no una misión imposible, porque pronto pasará la turbulencia política pues en el Ecuador de hoy la presencia política se activa solo cuando hay elecciones, ya que no existen partidos políticos estructurados que actúen en forma permanente. Entonces, por el bien del país hay que trabajar con objetivos realistas para revertir cuanto antes la recesión económica y detener la disminución de los puestos de trabajo.
Si la brecha fiscal en este año es 11 600 millones de dólares, el desequilibrio fiscal afectará a las posibilidades de recuperar el crecimiento, pues será imposible financiarla en esa magnitud.
Tener sentido de lo importante es dilucidar lo que es prioritario para los intereses superiores de la Nación y fijar las prelaciones para ordenar las acciones, sin improvisarlas. Sea quien sea el presidente tendrá que gobernar en forma pragmática, quizá con moratoria ideológica, porque la solución de esta crisis económica es algo básico y urgente para todos los ecuatorianos, sean de izquierda o de derecha.
La economía ecuatoriana dolarizada tiene que enfrentar gradualmente cuatro grandes problemas: el déficit fiscal de por lo menos 6 000 millones dólares en este año, compensar la baja 5 000 millones de dólares de los excedentes petroleros con nuevas exportaciones (difícil con un dólar fuerte), pagar un promedio de 3.500 millones anuales de deuda externa durante 2017-2021 y recuperar la senda del crecimiento económico en el 2018, pues en este año decrecerá nuevamente en el 2%. Este es el tamaño de lo que hay que hacer cuando asuma el nuevo gobierno, para lo cual requerirá un gran consenso nacional para viabilizar una negociación política entre los poderes del Estado, porque de lo contrario habrá una crisis sistémica de pronóstico social reservado.
Es íntimo en el sentido de que es una decisión reservada de cada elector, que expresa su sentir y su pensar respecto a la conducción de los destinos de la nación. Esta decisión es emocional y razonada en la mayoría de los votantes e improvisada y de última hora por quienes solo acuden por la obligatoriedad.
Lo único claro hasta ahora es que hay cuatro candidatos que tienen real opción de poder. Esto siempre que las encuestadoras hayan hecho un trabajo correcto, imparcial, técnicamente comparable y que provenga de fuentes de investigación similares en cuanto a la geografía humana y a los intereses específicos de los encuestados.
Ni el Supremo Creador podría crear en cuatro años un millón de empleos en el Ecuador, país pequeño con débil estructura productiva y en recesión económica. Sin embargo, hay candidatos que desaprensivamente ofrecen en la campaña electoral este tipo de ilusiones para ganar votos, pero ahora, con las nuevas técnicas de información y comunicación la gente entiende mejor lo que pasa y sabe dilucidar entre lo ficticio y lo real, lo emocional de lo racional.
En medio de esta crisis turbulenta, hacer más olas puede llevarnos a un tsunami económico incontrolable y prolongado. Nada es más dañino que empeorar las expectativas por “falla humana”, particularmente cuando se trata de afectaciones muy delicadas como es el cuidado del dinero de la población. Los efectos de dos años de decrecimiento de una economía débil requiere de serenidad y responsabilidad de toda la sociedad ecuatoriana a fin de no exacerbar la incertidumbre que vivimos, en medio de una campaña electoral que aumenta la inestabilidad y la discordia, con su demagogia cínica y recurrente.
Luego de la muerte del inmortal Fidel Castro, no se puede esperar que rápidamente Cuba deje de ser socialista ni que inmediatamente desestatifique sus medios de producción sino que adopte una estrategia progresiva para cambiar gradualmente un sistema político y económico que ha perdurado más de medio siglo, hasta confluir en un nuevo sistema con lo bueno y rescatable tanto del socialismo como del capitalismo. EE.UU. que, por su parte, persigue que se cambie el régimen político de Cuba debe entender y respetar esta realidad y coadyuvar a la implantación de una operación política y económica de transición que sobre todo mejore la condición de la población cubana.