Tener sentido de lo importante es dilucidar lo que es prioritario para los intereses superiores de la Nación y fijar las prelaciones para ordenar las acciones, sin improvisarlas. Sea quien sea el presidente tendrá que gobernar en forma pragmática, quizá con moratoria ideológica, porque la solución de esta crisis económica es algo básico y urgente para todos los ecuatorianos, sean de izquierda o de derecha.
Frenar el retroceso e iniciar la recuperación del crecimiento es lo importante y estratégico, sin lo cual no hay progreso ni justicia social.
No se necesita un alineamiento ideológico para atacar las causas de la crisis atendiendo a los elementos básicos de la macroeconomía, sobre la base de lo que puedan hacer el talento y la productividad de los ecuatorianos en todas las áreas del desarrollo. Para que estas caminen es preciso un programa cuatrienal de disminución gradual del déficit fiscal, con la meta de que el gasto público del Estado no supere el 20% del PIB en el quinto año, para tener una plataforma de crecimiento sostenible, auténtico y con criterio social.
Un pragmatismo consensuado es condición básica para lograr la confianza de los inversionistas nacionales y extranjeros, que viabilice un plan de desarrollo sustentado en la productividad creciente del trabajo de todos los ecuatorianos, basada en la educación integral que capacite al recurso humano para emprender en nuevas producciones, especialmente orientadas a hacer bienes transables tanto para el mercado interno como para la exportación, para que no toda la inversión privada se vaya hacia bienes no transables como casas y departamentos, cuya influencia dinámica, siendo importante, es perentoria.
Solo así se crearán empleos adecuados, que sostengan a la clase media y disminuyan la indigencia.
En toda circunstancia, pero más en dolarización, debemos aumentar el ingreso de dólares para tener la liquidez que permita importar bienes necesarios para el desarrollo, cuidando de no malbaratar en compras de productos suntuarios o no indispensables, pues el riesgo de quedarnos sin liquidez para financiar lo básico del desarrollo nacional está siempre presente. El equilibrio del sector externo es también una condición básica del resurgimiento del país, cualquiera sea la ideología que tengamos, teniendo en cuenta que la desdolarización es ampliamente impopular y constituye un imposible político y económico
Sin equilibrio fiscal, sin crear confianza, sin balanza de pagos sostenible no podremos convencer a los acreedores para renegociar un programa que alivie el pago de la deuda externa ni tampoco poner topes razonables a la deuda interna, porque de lo contrario el próximo gobierno deberá pagar un promedio de 3.500 millones de dólares anuales durante el próximo quinquenio, para servir la deuda contraída por el gobierno que se va.