En 1972 la Ley de Comercio de EE.UU. (Trade Act) incluyó una norma para excluir a Ecuador y Venezuela del Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), por ser miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), afectando así la competitividad de los productos exportables del Ecuador. La Misión Económica del Ecuador en Ginebra trabajó 7 años, denunciando en todos los foros internacionales pertinentes esta violación a la normas del Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (hoy Organización Mundial de Comercio OMC), hasta que en 1979 se levantó tal discriminación, permitiendo al Ecuador competir en igualdad de condiciones con los demás países en desarrollo en el mercado de EE.UU.
Ahora este mismo SGP debe ser prorrogado a partir del 31 de diciembre de 2017 a todos los países elegibles que cumplan ciertas condiciones de un tratamiento recíproco al comercio e inversiones de EE.UU. De no ser elegible, al Ecuador le aplicarán los aranceles normales, sin preferencias, lo que afectaría otra vez la competitividad ecuatoriana en el mercado de EE.UU. Para evitarlo el país debe gestionar eficazmente el mantenimiento de las preferencias arancelarias de unos 300 productos y la inclusión en el SGP de las rosas, atún, brócoli y alcachofas que hoy no tienen rebajas arancelarias en aquel mercado.
Respecto a la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC) recordemos un antecedente de retaliación política: cuando se celebraba la última reunión negociadora de un Acuerdo de Libre Comercio entre EE.UU. y Ecuador, la delegación norteamericana suspendió “sine die” el proceso debido a que el 15 de mayo de 2006 el gobierno de Alfredo Palacio declaró la caducidad del contrato con la petrolera OXY.
Estos antecedentes hay que tenerlos en cuenta para asumir una posición realista al plantear a los EE.UU. una negociación comercial, considerando además que durante los 10 años del gobierno de Correa las relaciones con EE.UU. fueron recíprocamente hostiles, más aún cuando se dio asilo a Julián Assange. Ahora, aunque no sabemos el rumbo económico del gobierno, es lógico que, si las preferencias del SGP no son prorrogadas al Ecuador, cabe proponer un TLC a EE.UU., no obstante que la política comercial de Trump es proteccionista e incluso ha amenazado retirarse del tratado que mantiene con Canadá y México (TLCAN).
Si eventualmente EE.UU. acepta pactar un TLC con el Ecuador debemos estar dispuestos a abrir nuestro mercado con cero aranceles en favor de las empresas norteamericanas. A cambio de ello consolidaríamos un tratamiento libre de aranceles para los productos ecuatorianos en el mercado norteamericano.
Pero con TLC o sin TLC, lo altamente prioritario es mejorar la productividad haciendo mejores productos a precios competitivos, tema clave del que no se habla en los diálogos tributarios.