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La Asamblea parece haber entrado en la recta final de una delirante carrera por expedir leyes para evitar que cualquier sector productivo saque la cabeza en medio de la crisis. Esta maraña de normas estatistas, avasalladoras, abusivas, e híper controladoras, pretenden sobrevivir varias generaciones no por sus bondades o su beneficio común, sino por el artificioso carácter de “orgánicas” con el que se las ha bautizado para dificultar en el futuro su reforma o su derogatoria.
El homenaje que hizo esta semana la Asamblea Nacional del Ecuador a la ex presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, será recordado como uno de los actos más bochornosos de la historia del país.
No se deje engañar, la diferencia entre estas dos palabras en el contexto actual del Ecuador no está en una sola letra, ni tampoco en los artículos de un proyecto de ley que va por su enésima versión y pretende sustituir a la actual Ley de Propiedad Intelectual.
El título de este artículo le corresponde a la obra teatral que se está presentando estos días en “La Creperola del Teatro”, ese espacio alternativo, hermano del viejo y querido “Patio de Comedias”, ubicados ambos en la calle 18 de septiembre, en Quito.
¿La producción intelectual pertenece al autor o al Estado en la propuesta que la Asamblea trabaja bajo el nombre de Código Orgánico de Economía Social de los Conocimientos, Creatividad e Innovación, popularmente conocido como Código Ingenios?
Desde hace varias semanas en la ciudad de Quito se ha instalado la discusión sobre uno de los proyectos que ha emprendido la actual alcaldía: los Quitocables.
Hace cuatro años, en uno de los recorridos habituales que suelo hacer por esos paraísos detenidos en el tiempo que son las librerías de libros usados, encontré entre cientos de volúmenes polvorientos una de las joyas literarias que tenía pendiente en la extensa lista de tesoros codiciados que solemos hacer los bibliófilos.
El olor que persigue a las últimas reformas constitucionales no está del todo identificado. Su rastro va dejando en el ambiente ciertos aromas confusos, algunos lejanos que llegan como descargas eléctricas desde la memoria, otros en cambio más recientes, plagados de matices y vahos locales en los que se puede reconocer las huellas odoríferas de ciertos tiranos del siglo anterior que se habrían sentido muy orgullosos con el resultado.
Óscar Vela es el nuevo ganador del premio Joaquín Gallegos Lara 2015 a la Mejor novela con la obra ‘Todo ese ayer’, según informa un comunicado del grupo editorial Penguin Random House. La premiación se realizará el próximo 1 de diciembre.
Óscar Vela es un escritor y lector incansable. Todavía no presenta su nueva novela en Quito y ya está sumergido en la investigación de una nueva obra de corte histórico. En esa vorágine en la que a veces se convierte su vida, Vela se dio una pausa para conversar con EL COMERCIO sobre ‘Todo ese ayer’, el libro que presentará en la capital el próximo jueves 24 de septiembre, a las 18:30 en la Creperola del Teatro (18 de Septiembre y 9 de Octubre).
El doctor Rodrigo Borja en su obra ‘Enciclopedia de la Política’ dice que el estadista “es el hombre de Estado, gobernante serio y eficaz, que domina las ciencias políticas y además el arte de conducir a los pueblos. Es el teórico y práctico del poder. No todo político es o puede ser estadista”. A continuación del concepto enunciado, el doctor Borja menciona aquello que Abraham Lincoln dijo alguna vez al hacer una comparación entre el político y el estadista: “…el político se preocupa de las próximas elecciones mientras que el estadista se preocupa de las próximas generaciones”.
Óscar Vela tiene una relación de más de 40 años con la literatura. Y en este tiempo ha cosechado un universo de palabras en el que confluyen los monstruos de ‘El Quijote de la Mancha’, así como los seres que transitan por las estaciones de trenes del Japón contemporáneo.
Con la publicación titulada 'Yo soy el fuego' (Alfaguara), el escritor ecuatoriano Óscar Vela se ha adjudicado el Reconocimiento Jorge Icaza al libro del 2013, dotado por USD 30 000 y que en su primera edición ha centrado su atención en el género novela.
‘Hay momentos en la vida en que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando”. La frase es de la escritora Julia Navarro y le corresponde a uno de los personajes de su novela ‘Dispara, yo ya estoy muerto’, en la que narra la historia de dos familias, una judía y otra palestina, que durante siglos se vinculan a pesar de las diferencias religiosas y políticas que las rodean.
Causa extrañeza el artículo de Óscar Vela D. sobre Chesterton. 1. Cita el libro ‘El hombre que no fue jueves’, y comenta: “No me atrevo a encasillarlo en el género de la novela…”. Pero el mismo autor, Constaín, dice que es novela. Indica Constaín que en ella se encuentran datos reales y ficticios. 2. No es verdad que el proceso se haya iniciado con Pío XI (el articulista dice Pío VI), o que la carta del Cardenal Bergoglio pidiendo la apertura del proceso mencione un “nuevo milagro”, o que esa carta estuviese en manos del secretario de Benedicto XVI. Son ficciones propias de la novela. 3. El columnista ignora el trámite para declarar santo a un católico, desde el proceso diocesano en adelante. El de Chesterton se inició el año pasado en Northampton. 4. Dice que Chesterton “nunca se acercó en lo más mínimo a la santidad”, ¿cómo lo sabe? ¿Es experto en Chesterton? ¿Conoce las condiciones para ser declarado santo por la Iglesia? ¿Ha leído un proceso de canonización?
Todos los días las páginas de los diarios del mundo presentan noticias sobre el destino de migrantes detenidos aquí o allá, muchas veces atacados de forma brutal y devueltos a su lugar de origen, y otras, desafortunadamente, muertos por acción, omisión o accidentes relacionados con su penoso emprendimiento.
El escritor Óscar Vela Descalzo, que el año pasado presentó su mejor libro ('Yo soy el fuego'), analizó el acontecer de la literatura en el 2013. Sobre la más reciente novela de Modesto Ponce Maldonado escribió así: "También apareció una nueva novela de Modesto Ponce, 'Los lenguajes de la piel', en una trama erótica de prosa limpia".
Cuando los años entran en agonía, aparecen las famosas listas: los mejores, los peores, los más y lo menos, son apresados en aquellos formatos tan divertidos y esclarecedores. He buscado las listas de los mejores libros del 2013. Por desgracia las que encuentro son de lugares ajenos al Ecuador.Y es que la realidad de este país es lapidaria: según la propia Cámara del Libro, el índice de lectura en Ecuador alcanza la vergonzosa cifra de medio libro por año. En consecuencia, a casi nadie le interesan los libros, ni siquiera para completar su ínfima cuota de lectura. Por esta razón, me aparto de las listas de los más vendidos, que generalmente para los buenos lectores son alertas instantáneas para no comprar, y ofrezco a los pocos interesados en leer una lista de los mejores libros que han llegado a mis manos durante el 2013 : Empiezo por la literatura ecuatoriana en la que disfruté de las nuevas ediciones de "Estación de lluvia" y "El retorno de las moscas", ambos con la impronta recia y
Releer Rayuela, la obra cumbre de Julio Cortázar, es como leer un libro nuevo. La antinovela -como alguien dijo, creo que equivocadamente-, o la contranovela -como prefería llamarla su autor-, son muchas novelas en una sola.
El escritor británico George Orwell (1903-1950), fue un adelantado para su época. La famosa obra '1984', en la que crea a su personaje más célebre, el Gran Hermano, sigue siendo hoy un éxito editorial al que los lectores contemporáneos acuden para constatar que la "absurda" utopía literaria se ha convertido en la cruda realidad del presente: denuncias de espionaje, escuchas telefónicas, violaciones de la intimidad, ministerios de la felicidad y otras tantas aberraciones contra la libertad de las personas.