Una lucha fratricida. Se mantiene la polarización (…). La priorización de egos y sectas de poder en lugar de los ciudadanos. El juego ya no entretiene ni asusta… apesta.
Se advirtió -y mintió- tanto sobre la llegada del lobo, que el momento que apareció nadie lo creyó y los efectos fueron fatales. El sÃmil con la muerte cruzada es evidente. Tantas amenazas y nada. La figura se desgasta, la gente se aburre y desconfÃa.
Aparece además un giro insólito. La bandera de la muerte cruzada cambia de manos. El Ejecutivo que parecÃa su dueño y beneficiario, trastrabilla, luce arrinconado e inseguro. Dice que sÃ, pero no… Del otro lado, la nueva mayorÃa correÃsta, envalentonada con sus triunfos -amnistÃas, reforma tributaria, repetición, inversiones- arremete con todo. Cero diálogo y acuerdos. La asfixia al Presidente va porque va.
Este manoseo de la muerte cruzada choca hoy con un nuevo pretexto, la ley de inversiones. La misma ha sido negada y archivada por la Asamblea. El argumento: el tufo a privatización, intención que calza en la imagen de un Presidente de derecha y pujos neoliberales. El tema es sensible y profundo. Está en juego el rol del Estado y la empresa privada en el desarrollo. Un tema de esta magnitud merecÃa otro tratamiento en su construcción y su difusión, en las consultas previas -no solo a empresarios-, en los candados y los acuerdos. Demasiado tarde.
La disyuntiva luce nÃtida. Tres años de agonÃa ingobernable o muerte cruzada inmediata. Las opiniones están apasionadamente divididas. Ningún sector tiene asegurada la partida. Los correÃstas estarÃan en sus aguas con elecciones pero cargarÃan el peso de la corrupción y su desmesurada hambre de poder. El Presidente contarÃa con 6 meses de oro para posicionar polÃticas vitales, reinventar sus estrategias planas, disminuir oposiciones sociales (mujeres, maestros, trabajadores, indÃgenas, agricultores), elevar credibilidad. Y empujar la reforma polÃtica vÃa consulta.
Una lucha fratricida. Se mantiene la polarización correÃsmo – anticorreÃsmo. Tal vez ahà está el nudo. La priorización de egos y sectas de poder en lugar de los ciudadanos. El juego ya no entretiene ni asusta… apesta.