El gran historiador de las ideas Isaiah Berlin, profesor de Oxford, señala que “existe más de una teoría notable sobre cómo interpretar El príncipe y Los discursos de Maquiavelo”. Aunque existen esas varias posibles interpretaciones, el propio Berlin señala que hay aspectos del pensamiento del Maquiavelo sobre los cuales no cabe duda. Dos de ellos son, primero, su visión de la naturaleza humana, y segundo, su consecuente noción de que gobiernos fuertes e impositivos son necesarios.
Señala Berlin, citando El príncipe, que a Maquiavelo “los hombres en su mayor parte le parecen ingratos, lascivos, falsos y disimulados, cobardes y codiciosos, arrogantes y ruines, insolentes cuando sus negocios prosperan y abyectamente serviles cuando la adversidad los golpea”. Y dice también que para Maquiavelo “hay, sin duda, una incambiable naturaleza humana. No hay huella en el pensamiento de Maquiavelo de cualquier noción sobre la evolución sistemática del individuo o de la sociedad como entidades auto-transformadoras”.
En consecuencia, según Maquiavelo “a menos que haya una mano firme en el timón, el navío del estado se hundirá. La sociedad humana caerá en el caos y en la miseria a menos de que un especialista competente la dirija. (…) Las técnicas de gobierno existen -de esto no cabe duda”.
¿Qué pensamos de estas nociones maquiavélicas? Yo las rechazo contundentemente. Muchos hombres y mujeres pueden comportarse, y en efecto se comportan, de las desagradables maneras que describe Maquiavelo. Pero no todos ni todas. Reconocer que esos comportamientos son posibles, y se dan, no justifica afirmar que son esenciales, en el sentido de “de la esencia”, en el ser humano, o que son inmutables. Al contrario, creo firmemente en “la capacidad del individuo y de la sociedad como entidades auto-transformadoras”, de aprender, de crecer y, en consecuencia, de no necesitar de “un especialista competente” para evitar “el caos y la miseria”.
Somos perfectamente capaces de evitar esos estados. Y, como lo evidencian los dramas que hoy viven Ucrania y Venezuela, Cuba y Corea del Norte, aquellos que se auto-titulan los “especialistas competentes”, que saben mejor que sus pueblos lo que ellos necesitan y deben pensar, que colocan sus “manos firmes sobre el timón”, que no confían en las virtudes de ciudadanos libres, son, al contrario, quienes tienen mayor probabilidad de generar caos y miseria.
Estamos viviendo en muchos lugares la espléndida experiencia, como “entidades auto-transformadoras”, de replantearnos antiguos paradigmas paralizantes. La adopción de ideas liberales en lo social, lo educativo y lo político, que no son nuevas pero parecen serlo en muchas sociedades cercanas y lejanas, están llevando a que muchos navíos no solo no se hundan, sino que se enrumben hacia buen puerto.