Unasur fue iniciativa, entre otros, del Presidente Correa, y su principal objetivo fue encontrar aliados regionales, cuando Quito y Caracas mantenían una relación de confrontación con Bogotá, por la ayuda militar que recibía de los EE.UU. para combatir la guerrilla.
Mucho ha cambiado desde entonces. El “duro” ministro de Defensa colombiano que dispuso la operación en Angostura es hoy presidente, y sigue una línea “blanda” hacia Chávez y Correa, lo cual critica su predecesor, Uribe.
El secretario general propuesto por Correa, el co-gobernante argentino Néstor Kirchner, nunca mostró mayor interés. Falleció en octubre. Secretaria General es nada menos que una colombiana, María Emma Mejía.
Hay otro giro drástico. Ante la crisis global, Unasur cambia de prioridades y ahora aborda la economía. Para diseñar acciones conjuntas, en agosto 12 en Buenos Aires creó el Consejo de Economía y Finanzas.
El Ecuador, fiel a su línea ideológica, planteó la desdolarización del comercio regional, medida que en la práctica poco nos va a servir, puesto que nosotros lo que tenemos es dólares. Habría “swaps” de monedas; por ejemplo, Brasil entregaría reales a Colombia y esta pesos a Brasil.
Para que le sirvan los reales, Colombia tendría que pagar con ellos a alguien, empresas brasileñas o de otro país que compren al Brasil. En swap de monedas nosotros entregaremos dólares, que sirven en todo el mundo. No sé qué mecanismo se aplicará para que esos dólares se los utilice en comprar bienes ecuatorianos.
Lo que motiva la reunión es que la economía globalizada va a sufrir importantes cambios, y por otra, se prevé que el futuro inmediato será recesivo o de escaso crecimiento. Se busca fortalecer las instituciones regionales para hacer frente común en caso de crisis.
Un problema que azota a las economías más boyantes de la región es el gran influjo de capitales financieros, lo cual amenaza con crear burbujas: alzas exageradas de ciertos activos. Cuando se vayan los capitales, reventarían las burbujas, creando recesión. También se provocaría iliquidez en la banca. Esa situación preocupa a Brasil, que propuso medidas sensatas: fortalecer las instituciones existentes, antes de pensar en crear nuevas. Curiosamente, las dos más exitosas son andinas: CAF y Flar. El ingreso de Brasil al Flar fortalecería enormemente a este fondo latinoamericano de reservas, que ya nos ha prestado dinero en tiempo de falta de liquidez. Flar tiene calificación crediticia de AA, que le permite obtener financiamiento barato.
Con nuevos aportes de capital, la CAF ganaría espacios como banca regional de desarrollo.
La subregión vía Unasur da los primeros pasos bien encaminados para estrechar la cooperación entre las economías de la subregión.