Tendencia refrescante

Las declaraciones de ciertos candidatos durante la campaña generaron preocupación cuando en tono ingenuo decían: “estuve en tal pueblo… se ven las cosas mal… la gente se queja de tales problemas…”. Sí, causa preocupación constatar que dirigentes que debieran estar actualizados de la situación de la gente, recién cada cuatro años, en campaña, a modo de “turistas políticos” visitan pueblos y barrios. La política no solo es elecciones. La política es un proceso permanente que emerge desde abajo.

Pero no solo algunos políticos desconocen la realidad. También los estrategas, los ministros, y las élites económicas. Con tal ignorancia, sumado a un economicismo insensible, se diseñan y aplican muchas políticas. Se trazan en el escritorio y se las impone al territorio, causando dolor y múltiples impactos, que provocan reacciones intensas, el rechazo y la protesta.

Este 7 de febrero varios políticos se dieron con la realidad en las narices. Salieron apaleados por un voto que tiene que ser digerido con seriedad. Casi un 80% de votantes, a partir del apoyo a diversas corrientes, demandaron que las políticas públicas debieran nutrirse de sensibilidad social y enfoques democráticos y ecológicos. Cuenca, con su referendo, se pone a la cabeza de esta tendencia refrescante que defiende el agua y la vida, pone freno a la minería y llama a la construcción de un modelo civilizatorio de convivencia con los otros seres vivos y el planeta. Se teje una corriente y una matriz socio política alternativa cada vez más amplia.

La élite política, que quiere dirigir el estado desde mayo, asumirá una catástrofe: descomunal problema económico; continuidad de la pandemia sin vacuna suficiente; expansión de la violencia; incertidumbre y depresión colectivas; educación en rojo; rechazo a la confrontación y corrupción. Pero también anhelo de tranquilidad, empleo y de disponer de gobierno, que siente no ha tenido desde hace tiempo.

Sin embargo muchos de los líderes no entienden que esta tarea es imposible para un solo sector. Los ultrismos, cada vez con menos respaldo político y sin agenda actualizada, caotizan o polarizan la sociedad y debilitan al Estado que lo usan. Tanto la derecha fundamentalista, que le estorba lo social, así como el populismo asistencialista conservador, son afectos al extractivismo y al autoritarismo que deterioran la democracia y el futuro. Son rechazados por la nueva y amplia tendencia inclusiva y ecologista, a menos que se reinventen. Cosa muy complicada. Ese su drama en segunda vuelta.

Pero hay otros sectores que están sintonizados con esa tendencia. Son el movimiento indígena, popular y juvenil, que luchan por la vida, la no violencia y la interculturalidad; y la remozada centro izquierda. Su energía potenciada en campaña debe subir de nivel. Su fuerza unificadora podría impulsar al país a escapar del precipicio.

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