Sombras de la dictadura
La ratificación como jefe del Ejército de Argentina de un militar acusado de complicidad en crímenes de lesa humanidad durante la dictadura, reabrió el debate sobre la delgada línea entre responsabilidad moral o jurídica de quienes se exculpan en la obediencia debida.
El Senado aprobó el 18 de diciembre el ascenso de César Milani a teniente general, lo que implicó su aval como jefe del Estado Mayor General del Ejército, pese a las sombras sobre su pasado, como subteniente en la norteña provincia de La Rioja durante la dictadura. Además, sigue como director general de Inteligencia castrense.
Milani asegura que "ignoraba qué ocurría" en el batallón 141, donde estuvo destacado. El periodista Guillermo Alfieri, preso político en La Rioja entre 1976 y 1980, no le cree. "Milani no esgrime la ingenuidad de Heidi (protagonista del cuento infantil homónimo), sino la hipocresía de Tartufo (el impostor y oportunista de la obra del dramaturgo francés Molière)", dijo a IPS.
La última dictadura militar (1976-1983) dejó 30 000 muertos y desaparecidos y 500 niños robados en el país, según organismos humanitarios.
Milani se justifica con que era joven y acataba órdenes, por lo que no supo de abusos a los derechos humanos en esa provincia. Pero está involucrado en tres procesos abiertos por familiares de víctimas de la dictadura. Una de ellas es por la desaparición del soldado riojano Alberto Ledo.
Milani firmó el acta de la supuesta deserción de Ledo de su batallón. El soldado fue visto por última vez en 1976 en la también norteña provincia de Tucumán, durante el Operativo Independencia, que con el pretexto de aniquilar un contingente guerrillero terminó en una represión generalizada.
Ese caso indigna a Alfieri, quien en su autobiografía "Ver de memoria" califica de "terrorismo de Estado" la represión en La Rioja, donde conoció a Ledo por amigos comunes. "Era un muchacho simpático, respetuoso y respetado, con vocación de historiador, músico que animaba reuniones, con ideas de izquierda que expresaba con mesura", recordó.
El ascenso de Milani fue aprobado en el Senado con 39 votos a favor y 30 en contra, tras su designación en julio como máximo jefe militar por Cristina Fernández, que esgrime "el principio de presunción de inocencia". "No puedo, sobre simples sospechas, ejecutar o linchar a un general", argumentó el senador Aníbal Fernández, del gobernante Frente para la Victoria.
Diferentes organizaciones humanitarias y el Nobel de la Paz 1980, Adolfo Pérez Esquivel, lo consideraron un retroceso, por volverse a argumentar la obediencia debida, a la que se acogieron militares de bajo rango para exculpar su participación en atrocidades.
El caso Milani causa sorpresa y escozor porque los gobiernos del ya fallecido Néstor Kirchner (2003-2007) y de Fernández, su esposa y sucesora, fueron artífices de una activa política de derechos humanos.
IPS