Irrumpieron masivamente en los centros comerciales para divertirse. Pero la respuesta, una mezcla de temor, admiración y dura represión, hizo surgir en Brasil un nuevo movimiento juvenil, el de los “rolezinhos”.
En la jerga juvenil brasileña, “rolar” significa salir con amigos, y la convocatoria a estos paseos masivos se transformó en un movimiento revolucionario, para algunos, o espejo del deseo consumista de la clase media emergente, para otros. Surgieron en diciembre, cuando unos jóvenes convocaron por Facebook a un rolezinho (salidita) por un centro comercial de São Paulo “para que ‘role’ algo divertido”, en un país donde el entretenimiento y la cultura son caros.
Concurrieron unos 6 000 jóvenes. La represión policial y el temor del Gobierno de Brasil, que acogerá la Copa Mundial de Fútbol, extendieron los rolezinhos a otras ciudades. “Vinimos para mostrar que el joven pobre puede consumir”, explicó a IPS el estudiante de geografía Iata Anderson, cuando los rolezinhos se convocaron el 19 de enero frente al lujoso Shopping Leblon, de Río de Janeiro, y provocaron el cierre preventivo del establecimiento, pese a la escasa afluencia.
Anderson, como muchos otros rolezinhos, tiene menos de 20 años y, pese a vivir en una “favela” (barrio pobre), representa una nueva clase media brasileña, que estudia en una universidad pública y accede a Internet, al crédito y al poder de compra, gracias a una década de gobiernos izquierdistas, de Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2011) y de la actual mandataria Dilma Rousseff.
“Vine a apoyar a los rolezinhos de São Paulo, a los que reprimen con gases y zurras de la Policía. Solo pasa porque son negros de la periferia, que no cuadran con el patrón de lujo y sofisticación de los shoppings”, analizó. Los brasileños usan la denominación inglesa “shopping center” para centro comercial.
El 11 de enero, la Policía militarizada enfrentó con balas de goma y gas pimienta a unos 1 000 rolezinhos en un centro comercial de la periferia paulista. Hubo 60 arrestos. La Asociación Brasileña de Centros Comerciales aseguró que estos son “espacios democráticos que atienden a personas de todos los perfiles sociales y de diferentes edades” y que “acogen la diversidad y la inclusión social, muchas veces en regiones con escasas opciones de entretenimiento”. También son “punto de encuentro de la mayoría de los jóvenes”, añadió.
Por eso, para el sociólogo Ignacio Cano, del Laboratorio de Análisis de Violencia de la Universidad de Río de Janeiro, “fue desproporcionada” la represión e incluso el cierre de los centros para evitar a los rolezinhos. “Va contra la tendencia histórica de los shoppings, templos de consumo y ahora además centros de diversión, que atraen cada vez a más gente diversa, compre o no, y últimamente acogen servicios públicos”, dijo a IPS.
El sociólogo teme que los centros comerciales pierdan su vocación “universalista” para volverse “más elitistas”. Pero muchos ya sufrían esto. “Si uno es negro en un shopping, enseguida vienen atrás los de seguridad, pensando que uno va a robar”.