Socialismo Democrático

No debería sorprenderle a nadie que el posible candidato demócrata a la Presidencia de los EE.UU., Bernie Sanders, se defina de socialista democrático. Son millones de socialistas en el mundo los que luego de la caída del Muro de Berlín optaron por lo que también se denomina Democracia Liberal. El socialismo con libertad. El socialismo amparado en la Ley y las razones imbatibles de la justicia social, que se pone en el plan de moderar la codicia de las transnacionales. El sabido lector de mis artículos recordará que mi personaje del siglo XXI fue el expresidente de los EE.UU. Barak Obama, socialdemócrata.

Y no tan solo por hacer comparaciones, pues son historias distintas. El triunfo de Bolsonaro en Brasil, la ultraderecha en el poder, a mi juicio resultado de tanto ‘bandeirante’, de tanto aventurero, que había llegado a gobernar un gigante huérfano de instituciones sólidas, de políticas de Estado tan obvias como para que todos las acaten excepto los que medraban de la jodienda eterna. Presidente que llegó al poder escoba en mano y a poco salió pitando; otro que se suicidó: los que pasaron del Palacio de Gobierno a prisión. El hasta aquí no más. ¡La derecha dura en el poder! ¿De socialismo democrático? ¡No me venga con cuentos!

Aproximándonos. Cuando la contienda electoral entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori, el pronunciamiento de Vargas Llosa, representante de la academia y la sociedad civil: “Será esencial que el futuro gobierno garantice las libertades civiles de los ciudadanos y su igualdad ante la ley; mantenga la independencia de los poderes y en particular respete los fueros del Poder Judicial y sus sentencias. Una decidida acción estatal para los delitos de corrupción. Cumplir el Plan Nacional de Derechos Humanos”. Un pronunciamiento demócrata liberal, digo yo. Ex presidentes llamados a prisión, suicidio de uno de ellos. Al final del túnel, el demócrata liberal señor Vizcarra al timón de una nave que ha encontrado su derrotero.

¿Y nosotros? Ya tendré tiempo para referirme a los ‘republicanos’ de nuestro país. Como creo que el Partido Socialista Ecuatoriano se ha sacudido de aquellos que se mantenían fieles a lo que “nos enseñaron nuestros padres” (palabras textuales), serán los socialistas democráticos los que tengan la palabra en las próximas elecciones presidenciales, las del 2021. Ya no serán apéndice de nadie, ya no estarán representados por revolucionarios de papel. En sus filas se cuentan ciudadanos de formación extraordinaria, de vida limpia, sin mancha. Mi percepción: la academia y la mayoría silenciosa se hallan a la espera de tal pronunciamiento. Serán los jóvenes los más sensibles a una convocatoria que responda a una necesidad de siglos: justicia social con libertad, bajo el imperio de la Ley; el bien común en las políticas de Estado.

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