Terminó el paro y las intentonas golpistas, incluida la floja petición de revocatoria de mandato, han fracasado, pero eso no quiere decir que no vayan a intentarlo de nuevo. Ha quedado bastante claro que el correísmo y sus aliados lo único que pretenden es que el Presidente no termine su periodo para tener la posibilidad de volver al poder lo antes posible, lo que les serviría para conseguir la tan ansiada impunidad de sus líderes.
Frente a este escenario, en el que los mismos golpistas están enquistados en la mediocre Asamblea legislativa y hacen mayoría, el margen de maniobra del Ejecutivo es escaso. Así, es probable que en poco tiempo procuren generar un escenario de violencia y zozobra similar al que vivimos en las recientes semanas que a su vez lleve a un nuevo intento de golpe.
Sin embargo, creo que el gobierno tiene una excelente oportunidad de conjurar el golpismo utilizando el periodo de negociaciones que se ha abierto con la Conaie y otros grupos sociales. ¿Cómo? Pues, primero, invitando a la mesa a todos los líderes de las organizaciones políticas representadas en la Asamblea a fin de comprometerlos también con los acuerdos a los que se llegue. Evidentemente habrá quienes no acudan, con lo harán más evidente aún que sus verdaderas intenciones no son ni han sido trabajar en beneficio de la ciudadanía.
En segundo lugar, porque se puede, no solo presentar, con datos en la mano, la realidad de las finanzas públicas a los movimientos sociales, sino analizar con estos la posibilidad de cumplimiento o no de sus demandas fuera de dogmas y prejuicios, evidenciándolo, además a toda la ciudadanía.
Y, finalmente, porque es el momento histórico de hacerlo, comprometer también a esas organizaciones sociales a que coadyuven al cumplimiento de esos acuerdos, a fin de que Estado y sociedad civil se unan en el objetivo de terminar con la desigualdad, inequidad y exclusión que caracterizan a la sociedad ecuatoriana. ¿Será que somos capaces de tanta coherencia y civismo?