Repentinamente revive la perspectiva de que la economía mundial sufra una recaída. Una serie de problemas en todo el mundo han convergido para el deterioro.
Los |titulares han estado acaparados por la pugna en los EE.UU. entre el presidente Obama y los congresistas republicanos, sobre la elevación del tope de endeudamiento. Eso del tope, allá como acá, es de poca importancia real. ¿Alguien duda que si el Gobierno nacional fuese a tocar el tope de endeudamiento, plantearía su elevación?
En EE.UU., la necesidad de impedir que la gran recesión se convierta en depresión requirió el salvataje de la banca y grandes empresas, incrementando el endeudamiento, cuyo techo se acaba de elevar.
Lo que Gobierno y oposición demostraron en EE.UU. es una incapacidad de llegar a un acuerdo coherente para responder a la realidad económica. Incapacidad que muchos hemos asociado con el subdesarrollo institucional de países como el nuestro.
Washington debió acordar un masivo programa estatal de obras públicas, de aplicación inmediata, aunque aumentase el endeudamiento, unido a una reducción en el mediano plazo del gasto menos productivo, en particular el de defensa y los programas sociales menos efectivos, además de una reforma tributaria.
Pero se acordó posponer los cambios, con lo que aumenta la incertidumbre para los agentes económicos, justo ahora que se requiere que se reactive la inversión.
Mientras Washington discutía, salieron cifras revisadas que demuestran que la economía de EE.UU. decayó más de lo pensado durante la gran recesión, que la recuperación ha sido más lenta, y que la producción aún no recupera el nivel de 2007, o sea la recesión no ha sido superada.
Mientras tanto, la crisis europea sigue regándose. Al aumentar la tasa interés sobre los bonos de España e Italia, se deteriora la situación fiscal de esos países, en el contexto que sus economías están en recesión. Como los líderes europeos no perdonan sus vacaciones, se fueron a la playa por todo agosto, dejando los problemas sin resolver.
Para Ecuador, el peligro más inminente es una caída de la demanda mundial de petróleo y por lo tanto, del precio. Bajo esta óptica, el planteamiento del presidente Correa de hace varias semanas, que tomaría un “seguro” petrolero, resalta como muy previsivo. Ojalá lo haya hecho, puesto que si lo contrata hoy, el costo reflejará el mayor riesgo.
Con tanta crisis, Washington se olvidó de considerar los TLC y sistemas de preferencia. No sabemos cuándo se retome el tema.
Una reincidencia de la recesión podría afectar negativamente a nuestras exportaciones.
A diferencia de EE.UU. y Europa, Ecuador no está endeudado en el mercado mundial a tasas flotantes, y el encarecimiento del dinero no lo afectará tan fuertemente como a otros países.