Recientemente en Barranquilla se apagó una de las voces más privilegiadas de la música caribeña: la de Joe Arroyo, compositor, cantante, maestro de la creatividad, fue un ícono que con su talento no dejó de irradiar alegría, invitando a millones de oyentes a bailar sin descanso. Su historia de triunfos es incontrovertible. Más de 120 éxitos y cerca de 47 discos grabados lo inmortalizaron en la salsa, el chandé, el merengue y la cumbia. Lo deslumbrante detrás de Joe no fue solo su triunfo estelar, sino la forma como llegó a la cumbre. Nacido en una comunidad agobiada por la pobreza, su perseverancia lo llevó a dar todo por la música. Luchó contra todas las adversidades posibles y logró abrirse camino, con laboriosidad hizo de su son y sabor una empresa exitosa.
Este es tan solo un ejemplo del talento de una región cuya cultura no deja de impactar. Hoy, Latinoamérica y el Caribe más que nunca se encuentran posicionados en el escenario internacional en las distintas disciplinas que según la Unesco constituyen las industrias creativas. La clasificación incorpora las artes vivas como música, teatro y danza. También incluye la industria editorial, diseño, servicios creativos, artes visuales y audiovisuales, los centros y patrimonios arqueológicos y otras expresiones culturales como artesanías, comida y carnavales.
Además de un patrimonio fascinante, estas actividades representan una valiosa fuente de divisas y empleos. Las exportaciones de bienes y servicios creativos en el mundo alcanzaron cerca de USD 406 mil millones en 2008, de los cuales los países emergentes contribuyeron con el 43%.
El informe sobre Economía Creativa, presentado por Unesco en 2010, trae datos reveladores sobre lo que estas industrias significan para América Latina y el Caribe. En Brasil se estima que estas industrias ocupan al 21% de la fuerza laboral, mientras que generan al 9% del PIB de una ciudad como Buenos Aires. En Colombia, según el DANE, el peso total de este sector se acerca al 4% del PIB nacional. México es el décimo octavo exportador mundial de bienes y servicios creativos.
En esta década América Latina tendrá grandes avances económicos, la región tiene la oportunidad a hacer de la creatividad un motor de prosperidad colectiva aún más importante. Si nuestra región crece a un ritmo anual de 4,8% durante los próximos 15 años -una meta enteramente alcanzable, comparada con el desempeño de años recientes- nuestra producción económica se duplicará. Los ingresos por persona en la región también se duplicarían en 20 años, según estimaciones del BID. La clase media de la región alcanzaría el 75% de la población. Con mayor prosperidad, nuestra gente tendrá mejores posibilidades de contribuir a la creación cultural y para consumir estos productos y servicios de origen nacional.