El proyecto económico urgente salvará los muebles del gobierno, pero no resolverá el problema económico. El acuerdo tripartito salva el reparto de los cargos en la Asamblea, pero no resolverá el problema político. El juicio a la Fiscal aliviará rencores, pero no salvará a la justicia. Ecuador no resuelve sus problemas, solo los empuja más lejos.
La Fiscal tal vez se salve en el juicio político. Al condenar a Correa y pocos pillos más, ya cumplió. Por eso tiene la gratitud nacional y apoyo internacional; el juicio político se ha planteado por venganza. Cambiando de sujeto podríamos aplicar al Ecuador una frase de Schopenhauer: cada poder se burla de los otros y todos tienen la razón.
El presidente del Consejo de la Judicatura que tiene cuentas con la justicia, maneja la justicia. Destituye jueces, nombra jueces, amplía sus períodos, pronto será dueño de la Corte Nacional de Justicia; por eso anda con esa risita socarrona. Todos le amenazan, pero sigue sentado al mando de la justicia.
La Asamblea Nacional tiene en fila más juicios políticos delos que podría evacuar en este período y son tramitados con ineptitud o mala fe. Las acusaciones a la Fiscal nada tienen que ver con el ejercicio de sus funciones. Repugna a la lógica que se ventilen ahora irregularidades en su nombramiento o cuestionamientos a su tesis de grado.
El acuerdo de gobernabilidad sigue siendo misterioso, ambiguo, sospechoso. Los que dijeron que no estaban de acuerdo con el juicio a la Fiscal, aprobaron darle trámite. El proceso de designación de jueces sigue su trámite mientras los autores de la manipulación esperan una larga cola para su juicio político.
El proyecto de ley, supuestamente amparado por el acuerdo tripartito, no resolverá nada. La solución del problema económico del país, dicen los economistas, debe empezar por reducir el gasto público, pero ya sabemos que ningún gobierno acepta la receta ni se lo permitiría la voracidad de los participantes en el presupuesto.