Pese a ser corto en tiempo el gobierno del presidente Noboa, eso no obsta y no es menos posible que, lo que la historia registre, de darse, sean las decisiones, acciones y efectivos resultados en función del país, esto es principalmente seguridad, corrupción y economía.
Para ser estadista, no hace falta ser joven o mayor, basta tener la claridad y determinación suficiente para hacerlo, sacrificando el barato y frágil aplauso de tarima, por el asumir riesgos en aras del verdadero y profundo aporte a la sociedad. Confiemos que el presidente Noboa, tenga el acierto de gobernar con las mentes más brillantes y no con las más vanidosas; que se logre manejar inteligentemente y no caiga en la trampa del ego y la soberbia, sin duda difícil de lidiar, no digamos cuando se está influenciado por el adulador poder. Adicionalmente, tengamos presente que, una de las razones de los débiles resultados del gobierno del expresidente Lasso, fue entre otros motivos que, en vez de tomar el camino de lo trascendente, habría optado por lo conveniente, principalmente a fin de sostenerse.
El presidente que gobierne como candidato, no es lo uno ni lo otro, y no hará bien ni lo uno ni lo otro; ya que ambos roles pudiendo estar relacionados, son en esencia divergentes y diferentes, toda vez que, el candidato se enfoca en el ofrecimiento, mientras que el presidente en el cumplimiento.
La política normalmente apuesta, vive y sobrevive del inmediatismo; cuando lo realmente valioso es lo trascendente – lo que se siembra con valor y se cosecha con honor; por ende, esto es lo que se reconoce y aplaude objetivamente con el pasar del tiempo, escribiéndose los hechos en las páginas de la historia con tinta de gloria. Declarar la guerra a los narcos delincuentes, rema poderosamente en tal sentido. Hagamos votos que Noboa en su rol de presidente, gobierne para trascender.