Populismo en luna de miel

La economía va a la baja, la delincuencia y la violencia empeoran y la impericia gubernamental en diagnósticos y políticas públicas saltan a la vista, pero aun así, ocho de cada 10 mexicanos están felices con su presidente, Andrés Manuel López Obrador.

El mandatario, que dice encarnar una transformación histórica, derrocha tanto optimismo como ofertas y sus seguidores le perdonan todo en sus 100 primeros días.

Quienes le endilgaban un perfil populista dieron en el blanco. Es el presidente que más habla con la prensa en el mundo. Cada mañana, de lunes a viernes, hace declaraciones por más de una hora. Allí, con un tono similar al de un pastor religioso, marca agenda, demoniza al pasado, culpa de los problemas del país al neoliberalismo y a ciertos personajes. También ofrece diagnósticos y emite sentencias usando datos, muchas veces incompletos o falsos.

Con el argumento de que todo pasado fue peor, excepto la etapa anterior a los años 80, que corresponden a los gobiernos del PRI más nacionalistas y estatistas, puso contra la pared a todo lo que considera herencias del neoliberalismo. Así, acortó el presupuesto y atacó a entes autónomos como el electoral, de transparencia y el hasta judicial, cortó todo apoyo a organizaciones civiles, estancias infantiles y hasta a lugares de acogida para mujeres violentadas. Según el mandatario, lo mejor es dar dinero de forma directa a los más necesitados. Populismo en pleno. Ahora la mujer trabajadora que tiene niños recibe un subsidio para la guardería, pero puede, si desea, dejar al menor con sus parientes, mientras las féminas violentadas recibirán recursos si solicitan ir a un refugio. Decisiones que dejan en peligro a niños y mujeres.

Con los recortes, el re encauzamiento del gasto y una austeridad a rajatabla, se duplicaron las pensiones para los adultos mayores, se entregan becas a estudiantes menores de 15 años, se abrirán decenas de universidades y se aumentará el apoyo a indígenas, entre otros tantos programas.

En seguridad se apostó por entregar el liderazgo a los militares, contraviniendo una oferta de campaña, y en economía se emitieron diagnósticos y proyectaron cambios que gremios empresariales, calificadoras y expertos, consideran insuficientes o equivocados. López Obrador afirma que México crecerá a 4 por ciento anual, cuando el pronóstico es de 1 o máximo 2 puntos.
“El gobierno nos da razones para asociarlo, desde ahora, con la ineptitud”, sostiene el académico Jesús Silva-Herzog.

Pero las mayorías tienen otra perspectiva. Poner en venta aviones y autos presidenciales, bajarse el sueldo, exigir que nadie gane más que el presidente, viajar en clase turista, visitar diversos poblados, ofrecer solucionar todo y hablar fuerte contra la corrupción, mantiene felices a las mayorías. Lo mismo, su política internacional de no criticar a nadie por más ilegítimo que sea, como Maduro en Venezuela.

La luna de miel está en apogeo, pero el pronóstico no es bueno.