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Pablo Iglesias y el neocomunismo

Afirma el Centro de Investigaciones Sociológicas de Madrid que los partidos PP y PSOE perdieron electores. Era predecible tras los escándalos de corrupción. Afortunadamente, los neocomunistas de Podemos solo alcanzarán un 15% de votos en las elecciones del 24 de mayo.

Quizás por eso Pablo Iglesias, aliviado porque Juan Carlos Monedero, chavista incorregible, se separó de Podemos, ha presentado un programa de gobierno más moderado. Ese cambio no es porque admitan que sus propuestas económicas eran una imbecilidad, sino porque la mayoría del electorado no respalda posiciones tan radicales.

Al preguntarles a los electores dónde se sitúan en una escala de 0 a 10, siendo 0 la extrema izquierda y 10 la extrema derecha, el 75% se coloca entre 4 y 7. Es decir, el centro del abanico que ocupan el PSOE y el Partido Popular.

Iglesias y Podemos –disfrazados de moderados– buscan a ese electorado.

En América dicen: “quien se quema con leche, llora cuando ve a la vaca”. Esa leche ha quemado antes. Fidel Castro aseguró –hace la friolera de 56 años– que repudiaba el comunismo y que celebraría elecciones pluripartidistas en 18 meses. Luego aclaró la contradicción: él era marxista-leninista desde joven y se moriría siéndolo. Lo escondió para alcanzar el gobierno.
Los comunistas admiten las elecciones libres cuando no les queda más remedio, pero tan pronto pueden las cancelan y se acogen al sistema de palo, calabozo y paredón. Así ha sido a lo largo de la historia.

En 1988, un Hugo Chávez humildísimo le dijo al periodista Jorge Ramos, de Univisión, que él era un demócrata a carta cabal y solo ocuparía el poder durante un periodo presidencial. Incluso, calificó al gobierno cubano como una dictadura.

Pero cuando llegó a la Presidencia, una de las primeras barbaridades que hizo aquel falso demócrata preelectoral fue escribirle a Iván Ilich Ramírez, el Chacal, terrorista venezolano adiestrado en Cuba, preso en Francia por sus múltiples crímenes. La carta muestra el oportunismo chavista desde el primer párrafo:
“Nadando en las profundidades de su carta solidaria pude auscultar un poco los pensamientos y los sentimientos, es que todo tiene su tiempo: de amontonar las piedras, o de lanzarlas… de dar calor a la revolución o de ignorarla; de avanzar dialécticamente uniendo lo que deba unirse entre las clases en pugna o propiciando el enfrentamiento entre las mismas, según la tesis de Iván Ilich Ulianov. Tiempo de poder luchar por ideales y tiempo de no poder sino valorar la propia lucha… Tiempo de oportunidad, del fino olfato y del instinto al acecho para alcanzar el momento psicológico propicio en que Ariadna, investida de leyes, teja el hilo que permita salir del laberinto…”

Pablo Iglesias –chavista confeso– está en la etapa de almacenar las piedras. Más adelante, si engañara a los españoles y ganara las elecciones, encontrará el momento de lanzarlas.
Esperemos que eso no suceda nunca.