La movilidad en Quito cada vez se vuelve más insoportable. Aun cuando las estadísticas revelan que la venta de vehículos ha decrecido, el aumento de los autos que se ponen en circulación ha sido geométrico y va por el ascensor mientras la solución para aliviar es aritmética y va por las gradas.
Ni el pico y placa, que algo ayudó en su momento, ha mejorado la circulación vehicular. El principal problema que acarrea esta situación es la pérdida de tiempo en las actividades diarias y que si se sumara reflejaría millones y millones de dólares irrecuperables.
La situación es compleja pese a los esfuerzos que se hacen porque se dejó pasar tanto tiempo y tantas administraciones que las soluciones estructurales no son fáciles. Es verdad que unas alcaldías hicieron más que otras pero el problema ha crecido de una manera exponencial. A las horas pico de entrada (fundamentalmente) y salida de oficinas y de clases la situación se ha vuelto caótica, en medio de la impotencia de los usuarios.
El mal de muchos, expuesto a su turno por autoridades, es que otras ciudades del planeta tienen iguales o peores situaciones, lo cual no arregla el problema y solo explica esta realidad. Sin embargo, existen casos en donde actuaron oportunamente y por lo menos paliaron y luego enfrentaron con exitosas soluciones de transportación masiva (Curitiba). El metro, de acuerdo con las condiciones de una ciudad, es una salida pero no la única.
Quito no tiene nuevos desfogues para mejorar la circulación y dada su condición topográfica complica aún más la situación. A esto hay que sumar y hacer una autocrítica desde los conductores particulares y con mayor razón de la transportación pública. La conducción es pésima, irrespetuosa de las normas vigentes, con exceso de velocidad y con la práctica de la “viveza criolla” cuando no observan las señales de tránsito y actúan en forma abusiva e impositiva, invaden los carriles y son los primeros bravos.
A propósito del debate sobre las tarifas en Quito, que es saludable, sería bueno primero examinar la conducta diaria abusiva de los choferes, con honrosas excepciones, que invaden vías, siguen correteando entre ellos, se paran en media calle y fuera de las paradas establecidas. Taxistas, con excepciones, que no les da la gana de parar y servir al usuario porque simplemente esa es su decisión. Eso es de todos los días.
El usuario también tiene su responsabilidad: se queja verbalmente pero no hace nada o muy poco para denunciar a los irresponsables a fin de que su conducta sea analizada y sancionada. Igualmente la débil y timorata acción de los agentes de tránsito, que no han llegado a los niveles de la Policía Nacional, con todos sus aciertos, errores y corrupción. Ni siquiera pueden hasta hoy solucionar un problema menor como la homologación en el cobro de peajes entre Quito, Pichincha y el sistema nacional.
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