De todos los pecados, según relatos bíblicos, el de la codicia es el más destructivo, el que genera y deriva en otros pecados, sobre todo el de poseer más de manera insaciable dinero y bienes. Para algunos estudiosos la codicia, muy parecida a la avaricia, es una equivocada conexión entre lo material con la felicidad.
En estos tiempos en que todo se resuelve con el dios dinero encontré unos apuntes escritos por Juan Carlos Faidutti en diario Expreso, donde detallan algunas anécdotas que son opuestas a ese afán de enriquecerse a como dé lugar.
Hubo un personaje de la política ecuatoriana muy influyente, orador fogoso, vehemente, impulsivo, alcanzó varias veces el poder, pero nunca lo usó para beneficio personal, tampoco para enriquecerse.
Vivía modestamente en un pequeño departamento de dos dormitorios, uno de los cuales era usado como biblioteca, sala de lectura y de escritura. Vivía con una pensión equivalente a 350 dólares mensuales, con los cuales pagaba arriendo, sus alimentos y los de su esposa, medicinas y el transporte.
Así vivía y así vio Faidutti a José María Velasco Ibarra, el político más influyente del siglo XX, que gobernó cinco veces, pero que solo terminó un período y vivió muchos años en el exilio, en Buenos Aires, lugar de nacimiento de su esposa Corina.
Cuando leo que la pensión equivalía a 350 dólares y que los actuales asambleístas, por ejemplo, ganan 5 700 dólares, es decir 21,6 salarios mínimos vitales, no queda más que pensar que el ex Mandatario no conocía la codicia.
Faidutti narra que en cierta ocasión varios amigos, conscientes de las dificultades económicas del personaje para vivir en una ciudad tan cara como era la capital argentina en los setenta hicieron una colecta, pero como rechazaba los regalos costosos, se negó educadamente a recibir la donación.
Tampoco aceptó el aumento de su pensión porque la había decretado el ex dictador Guillermo Rodríguez Lara, quien lo había derrocado del poder. Dispuso a un familiar en Quito que la diferencia la done a las monjas que administraban el orfanato San Vicente de Paúl.
Al leer estos apuntes históricos de Juan Carlos Faidutti indigna ver cómo se desplazan los funcionarios en enormes convoyes, con luces y alarmas, demostrando todo su poder. José María Velasco Ibarra se subía al Metro de Buenos Aires para visitar las librerías y solo cuando algo de dinero le quedaba se compraba un libro. Cuenta también que en su libreta de ahorros en sucres, que fue administrada por un sobrino, dejó un equivalente a 20 dólares.
Ese fue el político que llegó al poder en cinco ocasiones, el que vivió modestamente. Rechazaba el protocolo pese a que era muy elegante y cumplía todas las normas que señala la etiqueta diplomática.