Voto contra el cinismo

En medio de la proliferación de candidatos, ejercer un voto informado y responsable en estas elecciones del domingo 24 es una obligación cívica. Dejar a un lado la indiferencia y ocuparse de estos comicios, no solo por obligación legal sino por responsabilidad ciudadana. Votar libremente por los candidatos que escojan a los gobiernos autónomos descentralizados, pero de manera reflexiva y meditada.

En el caso de la elección de consejeros del cuestionado Consejo de Participación Ciudadana, sin contribuir al retorno del pasado reciente, que destrozó al país. Tener mucho cuidado con el cinismo y la audacia de quienes gobernaron diez años, desbarataron la institucionalidad, destruyeron la economía en medio de la mayor corrupción generalizada de los últimos tiempos, y hoy unidos quieren sembrar el caos, la desestabilización política y retomar el control para volver al poder, al que se acostumbraron en nombre de la revolución ciudadana, igual que Maduro en Venezuela, al que lo admiran. No tienen calidad moral para seguir engañando. Al contrario, debieran ser mejor investigados y procesados para que en el debido proceso y derecho a la defensa termine tanta impunidad. Tantos juicios, escasas sentencias y siguen campantes aquí y en el exterior, disfrutando de todo lo que hicieron en nombre del pueblo.
Votar contra la procacidad de quienes luego de esquilmar y dilapidar los recursos del pueblo e incluso endeudar al país de manera exagerada e irracional, mientras al comienzo del gobierno cuestionaron la deuda del pasado para caer luego en peores prácticas, hoy pretenden dar lecciones de moral y ética, dirigidos por el mayor destructor y prófugo en Bélgica, que está desesperado por tanta irregularidad señalada en su contra por los organismos de control. Hoy reclaman lo que en ese gobierno hicieron: conculcaron derechos, silenciaron a los medios, presionaron a los operadores de justicia, manipularon cifras para dejar un país en soletas, sin recursos y un seguro social en agonía.

Bien decía el gran filósofo y escritor español, Miguel de Unamuno. Dígase lo que se quiera, hay dos morales: la del prójimo y la propia. Una es la conducta que pedimos que sigan los demás con nosotros y otra la que queremos seguir con ellos. No es raro encontrarse con ladrones que predican contra el robo, para que los demás no les hagan la competencia. Todo el mundo sabe la frecuencia con que unimos los términos de bueno y de tonto, y cuán a menudo, al oír decir de uno que es un buen hombre, traducimos al punto que es un pendejo. Un buen hombre es un hombre como nos conviene a los demás que sea, pero como ninguno de nosotros desearía ser; un buen hombre es un hombre bueno para los demás.

En cambio, hay muchos déspotas y criminales a los que se les admira sin reservas.