¿Valores deportivos en el fútbol? ¿Cuáles? En este deporte es aceptado fingir una falta o insultar al entrenador del equipo opuesto. Y hay argentinos que celebran un gol tramposo. La “Mano de Dios” enseñó a varias generaciones que hacer trampa es positivo si no te pescan. Si se cuela, si te lo aceptan te vuelves una leyenda. Me pregunto cuántos argentinos funcionarios no habrán pensado en la Mano de Dios cuando estaban robando al fisco. “Si me salgo con la mía, seré una leyenda. Viviré como rico y famoso”. ¿Será que algún corrupto aquí pensó lo mismo?
Odio profundamente a Maradona, porque legitimó la trampa. En Latinoamérica ganar con trampa es un orgullo, voilá el paroxismo de la corrupción. Y, ahora, todo puede ser mucho peor.
Ayer, en el Centro Histórico hablé con un niñito, estaba entusiasmado por Argentina en la final. “¡Messi es mi héroe!” Su amigo decía, “Es todo.” Niños ecuatorianos, no puedo imaginar cómo serán los argentinos.
Messi es un criminal corrupto. No uno pequeño, es un mega delincuente. El fiscal español del caso lo comparó con un capo de una organización delictiva, “Es lo mismo que el capo de una estructura criminal. Encima está el jefe y éste no se entera de los avatares (…) a Leo Messi solo le interesa el resultado final y esto era la no tributación de los derechos de imagen”.
Estuvo condenado a prisión por fraude fiscal, pero conmutó la pena. Es decir, pagó para que los poderes públicos acepten que no termine en la cana. Eso es legal en el sistema español. Pero tenía que estar tras barrotes, vestido de anaranjado. Y, ese ser está ya siendo un ejemplo para tod Latinoamérica.
Está bien apasionarse, está bien disfrutar del fútbol. Pero endiosar, adorar por encima de la razón – eso es etimológicamente ser “fanático” – puede rompernos el alma. En pocos días podrá ser un ejemplo mundial, ojalá solo un ejemplo sobre cómo patear pelotas.