¿Más megaobras? No, gracias. Ni trenes playeros ni vainas. ¿No aprendieron la lección? Unidades del Milenio que no sirven, plataformas descomunales para un gordo Estado obligado a adelgazar; proyectos universitarios para megalómanos, inversión millonaria en aplanar un terreno para una mega refinerÃa que nunca existió… o para una carretera, la de Collas, sin autos; o para aeropuertos sin aviones; hospitales y UPC con sobreprecio ¿y salen ahora con un mega proyecto de un mega tren playero, oferta de populismo puro? ¡Plop! ¡Si en la costa ni acaban de dar casas a quienes perdieron la suya en el terremoto! Mejor inviertan en el proyecto de construcción de casas de Teresa, la soldadora, que, con los anuncios de millonarias inversiones podrÃan llenar de casas la costa y devolverle la dignidad a cientos de personas que aún duermen en carpas chinas. Inviertan en mejorar la calidad de vida de quienes viven en los pueblos olvidados de la frontera norte, Esmeraldas y SucumbÃos, para que la gente no tenga que meterse en
negocios turbios para salir de la miseria.
Inviertan en pagar bien a los maestros y en formar gente que sea capaz de educar en valores a las nuevas generaciones, que, probado está, que no es la infraestructura la que garantiza una mejor educación, de la misma manera que no es la infraestructura la que garantiza mejores servicios de salud.
Los anuncios de megaobras producen sarpullido. Escuchar ofertas de obras que cuestan miles de millones de dólares y que se hacen, además, con créditos de usura, da náuseas, más aún, si se habla de crisis, ajustes o de urgencias de austeridad.
Mejor inviertan en educación, en capital humano, que es lo que hace falta. Pero inviertan de verdad, que cada vez es más la gente que no sabe leer, que no entiende lo que lee, que escribe con horrores ortográficos, que no reflexiona ni participa ni piensa ni discute, ciudadanos que han normalizado la corrupción, que no se asombran de pagar diezmos o colaboraciones para conservar sus trabajos.
SÃ, cierto, eso no conviene a los polÃticos. Prefieren zombis que se deslumbran con ese tipo de ofertas, elección tras elección, creyentes ciegos de sus promesas de carreteras para ir a ninguna parte y de ostentosa infraestructura en cada pueblo.
Paguen bien a los maestros, a los médicos, a las enfermeras… llenen de libros las bibliotecas… bajen impuestos a los insumos para el arte… siembren árboles… inviertan en actividades dentro de los museos… resuelvan los problemas de salud de la gente, de desnutrición en los niños, hagan obra en los barrios marginales para que no se inunden en cada invierno… tantas cosas que se pueden hacer con los millones que anuncian para megaobras. Esos anuncios, en tiempos de crisis, no dan alegrÃa sino profunda tristeza.
maguirre@elcomercio.org