Las últimas leyes aprobadas en este año han afectado a la banca nacional. Sin duda, son cambios en su tablero que obligan a replantear acciones para intentar mantener sus márgenes de ganancia. Aunque esto debería ser algo de cada banco, hay quienes comentan sobre las implicaciones económicas agregadas de estas decisiones por sus afectaciones potenciales en la oferta de crédito. Y esto es lo que analizamos aquí.
Se ha dicho que, dado que el monto máximo de créditos que un banco puede dar está ligado a su patrimonio y que el pago de estos impuestos afectaría a esta cuenta, la oferta de crédito disminuirá. Esto suena contable y regulatoriamente coherente, pero parte de un gran supuesto: que los bancos operan a su máxima capacidad de colocación. En otras palabras, el argumento sería correcto en la medida en que los bancos den en créditos todo lo que pueden dar, pero en la práctica esto no es tan así. Entonces, si prestan por debajo de lo que su patrimonio les permite, una reducción de este no necesariamente implicaría una disminución en el crédito.
También se ha expresado que, por cada dólar en el sistema financiero se crean diez más vía crédito, y con estos impuestos sobre la banca, se prestaría menos. Esto es cierto pero impreciso porque omite una pieza clave: los depósitos. La frase correcta debería iniciar diciendo “por cada dólar de depósitos” Y sí, dado nuestro encaje, podrían crearse diez dólares más, ¡pero es por cada dólar de depósito! Por ende, salvo que los bancos vayan a tomar de los depósitos para pagar impuestos, esta previsión no sería real.
Ambas tesis no han sido del todo ciertas. Sin embargo, no hay duda de que un oligopolio siempre está tentado a actuar concertadamente y dentro de las tentaciones, restringir unilateralmente la oferta en el mercado en el que participa, es una posibilidad. Si esto fuese así, aun sin argumentos y yendo contra las normas de competencia, la banca podría restringir la oferta de crédito si decide morder la manzana.