Sr. Presidente: de Ud. depende

En esta ocasión dedicaré mi columna a un caso puntual y concreto que refleja el crítico estado en que se encuentra nuestro país y que espero que el Gobierno demuestre sensibilidad para resolverlo.

El presidente Lenin Moreno, cuando fue vicepresidente de Rafael Correa, al igual que ahora en el ejercicio del poder, ha realizado una admirable labor en favor de los discapacitados.
Nadie lo puede negar. Por un lado, visibilizó a las personas con facultades especiales en el país como nadie lo había hecho en la historia. Esta población había pasado relegada y escondida socialmente por limitaciones económicas y por ignorancia. Elaboró con enorme esfuerzo un censo de aquellas personas marginadas, en particular las menos favorecidas en el campo y en las ciudades. Por otro lado, procuró dotarles de instrumentos -silla de ruedas, audífonos, lentes, etc.- y demás aparatos que puedan ayudar a suplir sus limitaciones físicas y darles educación especial para incorporarlas a la sociedad y a una vida normal y productiva.

A esta loable iniciativa pública, también se sumaron el sector privado y sacrificadas personas con vocación de servicio y solidaridad. Se crearon fundaciones sin fines de lucro para acompañar al Estado en esta plausible labor.

Hay un caso de particular relevancia que debe destacarse por su trayectoria de más de 25 años de trabajo en educación funcional con niños, jóvenes y adultos con síndrome de down, parálisis cerebral, discapacidad intelectual y autismo. Ese caso es el de la fundación El Triángulo que en su cuarto de siglo de vida ha atendido y atiende a al menos 300 niños y jóvenes casi todos de familias de escasos recursos económicos y que ahora, con la crisis sanitaria, y sobre todo con la económica, está cerrando sus puertas y dejando en el desamparo actualmente a 160 personas discapacitadas que ahí se cuidan y educan. El campus, con tanto esfuerzo construido a través de autofinanciación en un terreno otorgado en comodato por el municipio, quedará vacío. Todos estaremos de acuerdo que esto no puede suceder.

Tengo la certeza que el presidente Moreno y su señora serán sensibles a la dramática situación de esta institución que tanto ha hecho por personas con facultades especiales, por los más desvalidos del país, y sabrá ser sensible para que no desaparezca otorgándole una asignación que le permita seguir funcionando que, comparando con otros gastos menos prioritarios del Gobierno, no es gran cosa.

El presidente Moreno tendrá en su memoria la presentación de la maravillosa puesta en escena de la obra Sueños que tanto impacto causó en el país y en el exterior con cien personas discapacitadas en escena, producto precisamente de la dedicación y esfuerzo de las responsables de la fundación El Triángulo. Una institución así no puede desaparecer, señor Presidente. En sus manos está evitarlo.

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