Las siete plagas electorales

¿Cuál debía ser la fotografía ideal del país luego de la segunda vuelta? Una en la cual los candidatos hubiesen esperado resultados oficiales para declararse ganadores, una en la que hubiesen llamado a la unidad para enfrentar las dificultades, una en la cual hubiesen mostrado su convicción de dejar atrás viejas prácticas políticas y pasiones.

Desde luego, no podía esperarse un escenario post electoral calmo debido a las tensiones largamente acumuladas, pero sí que los actores principales estuvieran a la altura de las circunstancias para dar salidas a un país que necesita reconciliarse y trabajar. ¿Cuáles son las siete diferencias entre la foto ideal y la real?

Uno: el candidato de Creo-SUMA celebró tempranamente con base en un ‘exit poll’ y horas más tarde habló de fraude. Pese a contar con un bien montado aparato de vigilancia electoral y con un centro de monitoreo potente, recién el viernes se supo el número de actas que consideran inconsistentes. Y su pelea personal con Jaime Nebot no abona ningún escenario futuro.

Dos: el Alcalde de Guayaquil ha fluctuado entre su principal preocupación -resaltar sus diferencias insalvables con Guillermo Lasso- y la defensa de un proceso transparente. Es difícil hallar en sus declaraciones, y no solo esta semana, una línea de respaldo decidido como el que cabría esperar de un socio político.

Tres: el candidato de AP, presidente electo según los resultados oficiales que impugnará Creo, se centró en buscar respaldo internacional pero aún no dio señales claras del cambio del que ha hablado ni de cómo piensa hacerlo. Su respuesta a un periodista mostró a un político a la defensiva y con dificultades para colocarse por encima del arrebato personal.

Cuatro: el Gobierno es un actor decisivo en un proceso electoral que se supone tiene una máxima autoridad. Poner en la mira a encuestadoras y medios en este mismo minuto, en lugar de dar espacio para que el proceso de impugnación siga su rumbo, no hace sino aumentar la incertidumbre y eso afecta a Moreno.

Cinco: quienes hicieron ‘exit poll’ y conteos rápidos tenían sobre sus hombros una gran responsabilidad. A los privados no se los puede enjuiciar por firmar contratos e incluso por equivocarse, excepto que se pruebe un ‘complot’.

En cuanto a los otros, no deja buen sabor de boca que la EPN haya trabajado con datos de su contratista, el CNE. Ni que Participación Ciudadana no haya divulgado cifras que podían haber tranquilizado al país.

Seis: la autoridad electoral se ha rodeado de tecnología y se ampara en el aval de la veeduría internacional, pero sigue mostrándose débil al no marcar posición frente a hechos tan decidores como que AP usara una cadena nacional para hacer sus reclamaciones electorales.

Siete: hay más elementos que explican la diferencia entre un país caliente y más polarizado y un país pensando en su futuro, pero le dejo a usted la tarea.

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