La buena política, la defino como, el arte de conciliar intereses en base a principios, a efectos de servir transparentemente a la sociedad; bajo el entendido que, sobre los intereses partidistas, deben prevalecer los del país; con la justa, responsable y clara limitación en el sentido de que, dentro de los intereses partidistas, debe siempre primar la Justicia, la Libertad y el Desarrollo Económico, todo lo cual alumbrado por la razón, la objetividad y la verdad. Esta sana y obvia definición, flagrantemente no sintoniza, ni de lejos, con la conducta de ciertos políticos en Ecuador, y de manera particular con la de algunos miembros de la bancada RC. Así, resulta forzado que, el correismo haya planteado y, encima más sin contar – hasta el momento – con mayor apoyo y por ende sin los votos suficientes, un Juicio Político a la Fiscal General Diana Salazar, bajo el argumento de incumplimiento de funciones en los casos León de Troya, Ina Papers, entre otros (los que sin duda deben seguir siendo investigados y sancionados los responsables, de ser el caso); pero olvidando dichos asambleístas de RC, el lamentable comportamiento de aquella fiscalía que sirvió mansamente y con notoria falta de dignidad al correismo, en aquella década tristemente recordada y en buena hora terminada; revelando y confirmando una vez más, lo que ya es parte natural de los mismos, esto es, la evidente y constante inconsistencia que, emanando de los poros traspasan las costuras de los caros trajes hilvanados con los hilos socialistas de la revolución. Lo planteado por RC, desborda en ciega persecución el desaforado y desafortunado ánimo de venganza (tantas veces anunciado y amenazado, tan propio de las almas pequeñas), quizás cayendo en la manipulación de la opinión pública, a efectos de desviar la atención, de tal manera de, paralelamente maquinar desde las sombras en lo que talvez pudieran tener mayores posibilidades, esto es, influir con sus alfiles en el proceso de selección de magistrados de la Corte Nacional, con jueces afines a dicha tendencia, sobre todo en las salas de lo penal, en las cuales se ventilarían casos de su interés.
Valga la digresión, Israel generó pasos importantes en su crecimiento de la mano del estadista y político Simón Peres, a raíz, entre otros motivos, del inteligente acierto de separar al Banco Central de la influencia y presión política, esto es, brindándole autonomía en sus actividades técnicas. En el Ecuador, sería un gran paso corregir el defecto constitucional, mediante la vía más expedita, a efectos de desmantelar la posibilidad de los asambleístas – de las bancadas que sean – de plantear juicios políticos a aquellos funcionarios que realicen importantes actividades técnicas, que en razón de sus delicadas funciones, deberían estar enfocados exclusivamente en su trabajo de manera objetiva y profesional, protegidos, blindados y alejados de los oleajes, vaivenes y presiones de los políticos de turno; debiendo tener, de ser el caso, una suerte de fiscalización técnica y ética más no política, mucho menos de la asamblea.
La Fiscal, señora Diana Salazar, pese a sus eventuales humanos desaciertos, su constante ha sido servir al país de una manera patriótica, inteligente y valiente, que en lo que mi memoria recuerda, no se habría dado antes en ese alto grado; consecuentemente, tiene fundado sentido, apoyar a dicha valiosa funcionaria, que el país necesita, ya que sin duda es una de las pocas luces de esperanza que aún nos quedan…