León Febres Cordero deja la presidencia de la República en 1988 y cuatro años después gana la alcaldía de Guayaquil. Este acontecimiento marcó un hecho inédito en la política nacional, porque nunca un presidente había transitado de lo nacional a lo local, y también un suceso local con alta carga simbólica: revertir el abandono de las élites guayaquileñas de su ciudad.
Ante la crisis que vivía Guayaquil, Febres Cordero le pide asesoría a Rodrigo Paz -alcalde de Quito- para emprender los cambios que su ciudad demandaba, debido a que la capital se había convertido en un referente y a que las élites porteñas no tenían experiencia en el manejo de su ciudad, porque le habían dejado en manos del populismo.
De aquella época para acá son 27 años; tiempo en el que las dos ciudades caminaron por senderos opuestos, tanto que se invirtieron las realidades; hoy Guayaquil tiene un proyecto de ciudad y Quito se encuentra a la deriva. En ese lapso el puerto principal tuvo dos alcaldes de un solo partido (PSC) y la capital, solo en este siglo, contó con 4 alcaldes de 4 partidos diferentes. Mientras en Guayaquil ha existido continuidad de un proyecto, Quito periódicamente ha sido refundado…
El éxito del proyecto de Quito se esfumó y hoy vive una de las épocas más obscuras de su historia; esta realidad se incubó en tres momentos secuenciales: el primero, nacido en el cambio de siglo con: la firma de la Paz con Perú, la crisis económico que nos llevó a al dólar; y la inestabilidad política con 8 presidentes. Estos componentes cuestionaron la capitalidad, profundizaron las demandas por descentralización y pulverizaron el presupuesto municipal; la salida planteada en el municipio de Quito fue –paradójicamente- reconocer el modelo de gestión de Guayaquil, mediante la incorporación de las fundaciones y corporaciones que manejaron la mayor parte del presupuesto.
El segundo momento vino con la Revolución Ciudadana, constituido como Proyecto Nacional indiferenciado del territorio: en Guayaquil cuestionó el proyecto Socialcristiano sin llegar a hacerle mella y en Quito impuso las propuestas de las plataformas gubernamentales como elemento colonizador del Estado en la ciudad, del proyecto del Centro Histórico, del modelo de gestión que reprodujo a imagen y semejanza el del gobierno nacional e incorporó la municipalización de las fundaciones, entre otros.
Y el tercer momento lo configura Mauricio Rodas cuando llega a la alcaldía con una campaña de oposición a Correa (no a la Revolución Ciudadana) y de ausencia de un proyecto de ciudad; que después se expresó en el ejercicio errático de la administración.
¿Qué se viene? Esperemos una salida a la crisis aunque. Sin embargo, por la campaña y la calidad de la ofertas, la impresión es que se estaría incubando un cuarto momento…