Instructivo para votar
No se puede hablar a favor ni en contra de los candidatos porque estamos en silencio electoral, es el momento para pensar que es la tarea más difícil para quien vive en el océano de las emociones, las sensaciones y el espectáculo.
Pensar es examinar con la razón algunas ideas, ordenarlas, jerarquizarlas, compararlas, relacionarlas para llegar a tener una opinión. El fanático, el devoto, el leal se amurallan tras lo incuestionable, se encierran en la burbuja de las creencias. Para votar hay que pensar porque votar es elegir, comparar unos candidatos con otros y preguntarse qué piensan y qué es posible de aquello que piensan. Si vamos a elegir al jefe del Estado, sería absurdo votar sin saber qué creen los 16 señores que sea el Estado, ¿señores de qué clase de Estado quieren ser?
Todo Estado es una máquina de opresión; ya era eso antes y lo es más con la pandemia. El Estado decide si podemos salir de casa, si podemos trabajar, si podemos contar con una vacuna, con una cama o con una tumba. Y, sin embargo, hay mucha diferencia entre un Estado organizado y un Estado autoritario, entre un Estado que oprime y un Estado que suprime. Espinosa decía que “quienes no tienen ni miedo ni esperanza y no dependen, por tanto, más que de sí mismos, son enemigos del Estado”.
Pensar antes de votar es transformarse de espectadores en ciudadanos. A los espectadores, los políticos les alimentan con sentimientos, nunca plantean preguntas, dudas o reflexiones. Dan de comulgar con ruedas de molino, como decían los antiguos para expresar la capacidad de engatuzar con mentiras de tamaño heroico. Para votar hay que detenerse un momento a pensar si sabemos algo de los candidatos, si podemos asegurar con quién seríamos más libres, quién respetaría más a las otras funciones del Estado, quién nos endeudaría menos. Si no sabemos ni eso, tenemos que admitir que vamos a las urnas más ciegos que un topo y eso es irresponsable porque nos afecta a nosotros y a los demás.
Mañana debemos votar no solo por un candidato a la presidencia de la República sino también por una lista de candidatos para la Asamblea no podemos decir el nombre de al menos diez candidatos para la Asamblea, significa que estamos totalmente desinformados. Así nos quieren los políticos.
¿Quién elige a los asambleístas? ¿El partido o los electores? ¿A quién representan en las decisiones? ¿al partido o a los electores? Los políticos rehúyen el debate pero, estas cuestiones no podemos rehuir los ciudadanos antes de votar. Ahora ya no queda tiempo sino para ir a las urnas y elegir a los legisladores y fiscalizadores del nuevo presidente.
El ciudadano pensante se apartará al menos de aventureros, de vanidosos y de mentirosos. Y la tarea del ciudadano sigue porque luego tiene que tomar cuentas a los elegidos, exigirles que cumplan sus promesas y atarles corto con las leyes.