En el Informe a la Nación del presidente Correa, los ministros coordinadores se refirieron al sector de sus responsabilidades. El ministro Patiño -sorpresivamente- tocó temas internacionales. Recordó que el año pasado se restablecieron las relaciones diplomáticas con Colombia y se suscribió un acuerdo para “cerrar los diferendos limítrofes con el Perú”. Dijo que el Ecuador había incrementado los proyectos de cooperación con Venezuela, que había logrado acercarse a los países del Asia y el Oriente Medio y que reiterará su apoyo al Estado palestino. Afirmó que bajo la Presidencia del Ecuador había entrado en vigencia el acuerdo sobre Unasur en cuyo marco se buscará vigorizar al Banco del Sur, al Fondo del Sur y al sucre como moneda regional. Anunció que seguirá impulsando a la Alba “como modelo solidario de alianzas estratégicas” y a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Destacó el “carácter solidario de la política ecuatoriana” al decir que hemos recibido a la mayor cantidad de refugiados en Latinoamérica -más de 54 mil- gracias a las fronteras abiertas. Se congratuló de que el Fondo Monetario Internacional no haya venido al Ecuador en los últimos cuatro años y repitió que el Gobierno propiciará la creación de una nueva arquitectura financiera para afrontar la crisis económica internacional.
Si bien el Informe incluyó referencias a algunos episodios de la vida internacional, nada dijo en cuanto a los principios y las metas de la acción del Gobierno, ni sobre la metodología y los instrumentos escogidos para llevarla a cabo.
No fueron ni someramente mencionadas las relaciones con la Unión Europea, con los Estados Unidos de América, con el bloque Brics (Brasil, Rusia, India, China y África del Sur) con la Cuenca del Pacífico. Nada se dijo sobre los resultados del acercamiento a Irán y de la tibieza frente al coronel Gadafi. No hubo una palabra que permitiera aclarar el pensamiento oficial sobre la decisión de “reinventar” el nuevo multilateralismo comenzando por la ONU, ni sobre las pautas que se defenderán en cuanto a la reforma del Consejo de Seguridad o los informes al Consejo de Derechos Humanos. La CAN, el más antiguo ensayo de integración subregional, apenas fue mencionada.
Patiño anunció una nueva reforma a la diplomacia para que la integren un mayor número de mujeres y cuotas de minorías étnicas y “otras”. El diplomático tiene la responsabilidad de representar al país y, por lo tanto, debe buscarse a quien pueda asumirla de la manera más digna y eficiente. Está bien que se acuda a la llamada “acción positiva” para contrarrestar los tratos injustos o discriminatorios que pudieran subsistir pero, en este campo, debe primar el mérito.
En resumen, William Shakespeare escribió: “Mucho ruido y pocas nueces”.