Más de una hora de viaje al lugar de trabajo es mucho tiempo perdido, tanto para el trabajador como para la empresa. Por eso es positivo el teletrabajo, una forma de organización laboral que crece en el mundo desde hace un par de décadas y que en Ecuador comenzó a regularse desde 2016.
Ahora que comienza a aplicarse en Quito una restricción vehicular con el nombre de ‘Hoy no circula’, lo cual promete cambiar los hábitos de las personas para llegar a sus oficinas, las empresas tienen la oportunidad de aplicar nuevas formas de organización laboral como el teletrabajo, que tiene tres beneficios principales: baja los costos para las empresas, mejora el clima laboral y reduce las emisiones de CO2, ya que hay menos personas movilizándose en autos.
La tecnología es la piedra angular para que funcione el teletrabajo, porque su esencia radica en que el empleado realice las labores de siempre en un lugar diferente a la oficina. Y para lograr eso requiere básicamente de un computador, el software necesario y buena conexión a internet, además de un lugar con buena iluminación y mobiliario ergonómico. Las compañías deben hacer los cálculos para determinar la inversión que se necesita para poner en práctica esta nueva modalidad, pero también considerar que existirá una reducción de costos, por ejemplo, en gastos de alimentación, transporte, equipos, arriendo de oficinas, de parqueaderos, etc.
También, el teletrabajo es parte del llamado salario emocional, que no es otra cosa que la suma de políticas laborales con alto valor para los trabajadores, sin considerar el sueldo mensual.
Cuando una empresa ofrece un balance entre la vida personal y la laboral, el resultado se traduce en trabajadores más productivos.
En la actualidad hay cerca de 2 000 empresas en el país que aplican esta modalidad y se registran 11 000 teletrabajadores, según el Ministerio de Trabajo. El número puede resultar bajo considerando que hay 7,8 millones de personas que tienen un empleo y que 3,1 millones de ellas cuentan con un empleo adecuado.
Pero hay que estar claros en que el teletrabajo no aplica para todos. Por eso es importante que cada empresa empiece a evaluar los cargos donde se puede aplicar esta modalidad y establecer los mecanismos de evaluación para definir si funciona. Por lo general, la mejor forma de hacerlo es con base en resultados. La productividad de los negocios debe aumentar con el teletrabajo, y eso es fundamental en momentos en que las empresas buscan ganar competitividad.
Desde el lado del trabajador, el teletrabajo no implica una pérdida de derechos, por el contrario, genera mayor autonomía, aumenta las oportunidades laborales, el tiempo para compartir en familia, la inclusión de personas con discapacidad, de embarazadas o en permiso de maternidad, reduce el estrés y mejora la calidad de vida.
Para empresas y trabajadores es un cambio de mentalidad, fundamental en medio de la cuarta revolución industrial.