David y Goliat

Por un hecho acaecido hace 15 días, exactamente el 1 de Mayo, se me vino a la memoria algo relatado en el Antiguo Testamento, en el Libro de Samuel. En uno de los salmos se dice que los filisteos (“individuos de una pequeña nación que ocupaba la costa del Mediterráneo al norte de Egipto”), contaban con “un paladín, el cual se llamaba Goliat… y tenía una altura de seis codos y un palmo” (codo, “medida lineal, que se tomó de la distancia que medía desde el codo a la extremidad de la mano”.

Palmo, “Medida de longitud de unos 20 cm, que equivalía a la cuarta parte de una vara…”). Este hombre, según el Salmo 17, usaba “un casco de bronce en la cabeza, y llevaba una cota de malla” (cota, según el Diccionario de la Lengua Española, “Arma defensiva del cuerpo que se usaba antiguamente…). Además, sobre sus piernas “traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros”. En pocas palabras, aparte de ser de estatura algo fuera de lo común, sabía protegerse llevando las armas de esa época. No necesitaba de celadores.Estando los filisteos sobre un monte a un lado y los israelíes sobre otro monte al otro lado, listos para enfrentarse en una batalla, Goliat se dirigió a los soldados de Israel diciéndoles que elijan uno de sus hombres para pelear con él, y si le “venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis”. Los israelíes al oír esas palabras, según el relato del Salmo, se “turbaron y tuvieron gran miedo”. Saúl, jefe de los israelíes, dirigiéndose a David le dijo: “No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud”.
No sé por qué extraña coincidencia lo relatado en el Antiguo Testamento se me vino a la memoria comparándolo con aquel suceso del viernes 1 de Mayo, por el cual el Goliat ecuatoriano que en algunas ocasiones ha hecho gala de su tamaño físico, bien protegido de “su” equipo de seguridad compuesto por más “goliats” que él, se abalanzó contra un indefenso David, muchacho de pocos años y no curtido para enfrentar “a un hombre de guerra desde su juventud”.

Todos conocemos cómo termina el Salmo. La conclusión del hecho bochornoso del Goliat criollo se lo va sintiendo y midiendo con el transcurso de los días. El pueblo (los “David” que hasta por su talla se parecen al del Antiguo Testamento), huyen de su presencia. El común de los ecuatorianos poco a poco va perdiendo ese “gran temor” que les generaba el grandulón, que utiliza el poder para intentar subyugar y someter a un pueblo que no comparte sus ideas y menos sus métodos.

Como en el Antiguo Testamento, el “David” ecuatoriano derrotó al “Goliat” poderoso, cuyas acciones han dejado de atemorizar.

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