No hace muchos años, en momentos de crisis, los países devaluaban sus monedas para ser más competitivos. Esas políticas conocidas como medidas para empobrecer al vecino mediante la manipulación del tipo de cambio, se está haciendo evidente en esta crisis. Los Estados Unidos para reactivar la economía le apuesta a un dólar débil para fomentar las exportaciones y disminuir las importaciones y así mejorar el saldo de la balanza comercial.
La China mantiene al yuan subvaluado para incentivar sus exportaciones. Esta política le ha dado réditos que se reflejan en el monto de reservas internacionales, las más altas del mundo. La presión de las grandes potencias económicas para que China revalúe su moneda ha caído en saco roto. De ahí que la respuesta de los EE.UU. -el mayor comprador del mundo de productos chinos- es mantener un dólar débil. Por otro lado, las políticas de estímulo fiscal y monetario que ha tenido que implementar EE.UU. para enfrentar la crisis han aumentado la liquidez mundial. Esa liquidez recorre el mundo en búsqueda de mejores rendimientos de los que ofrece el mercado norteamericano. La entrada de capitales a otros países produce una apreciación de sus monedas lo que a su vez afecta la competitividad. Tal es el caso de Brasil, Chile y Colombia cuyos bancos centrales han tenido que intervenir fuertemente en los mercados cambiarios para impedir una mayor apreciación de sus monedas. En la presente semana, la Presidenta del Brasil anunció un plan multimillonario de incentivos dirigidos al sector industrial. El programa tiene como objetivo estimular la producción nacional en tecnología y generación de empleo. Estamos ante un escenario mundial de competencia predatoria, dijo el Ministro de Hacienda brasileño, agregando que en tiempos de crisis países como EE.UU. y China fomentan la depreciación de sus monedas mientras aumentan las prácticas desleales para apoderarse de mercados en expansión como el brasileño. En este sentido, la Presidenta manifestó que hoy más que nunca es imperativo defender la industria brasileña y los empleos de la competencia desleal propiciada por la guerra cambiaria que reducen las exportaciones y el mercado interno para la producción nacional. Esta guerra económica ha puesto en evidencia la estrecha relación de la economía mundial. Las políticas en economías desarrolladas repercuten en todo el mundo. De ahí que una segunda recesión, cada vez más probable, tendrá graves repercusiones en el crecimiento económico mundial y en la estabilidad social y política de los países en crisis. Es el momento de elaborar una estrategia mundial para retomar el crecimiento sin echar a empobrecer al vecino.