A este paso la oposición política no va a tener espacio en el año 2017, como ahora sucede en Argentina, Nicaragua y Bolivia. El trabajo del presidente Correa durante seis años para que la gente pobre participe en la economía nacional, eleve su autoestima y aumente la inclusión social ha dado sus frutos electorales porque la mayoría de la gente está contenta. Los primeros resultados son tan abrumadores que ni siquiera se puede argumentar como causa a la dispersión de los candidatos contradictores, pues sumados los votos de estos apenas sobrepasan las dos quintas partes.
Si se quiere tener un espacio político y revertir la situación no hay que perder tiempo y organizar un nuevo panorama político con miras a las elecciones seccionales de marzo del año 2014 y a las presidenciales del 2017, porque lo que hemos visto es el concurso de numerosos movimientos políticos circunstanciales opositores, más que de partidos políticos fuertes y organizados, lo que ha determinado que Lucio Gutiérrez y Álvaro Noboa ya nada tengan que hacer en la política nacional.
Entonces parece lógico que los dirigentes políticos nuevos organicen verdaderos partidos con solvencia ideológica y programas concretos para disputar en las próximas elecciones a base de consistencia propositiva que cale en el pueblo. Para ello hay que trabajar de sol a sol los 365 días del año, a fin de irrigar con savia nueva el pensamiento de las sucesivas generaciones que cada año salen a la vida pública activa. El trabajo es tan arduo como el que realiza el presidente Correa y de ninguna manera admite pereza ni desunión, si se quiere competir con él.
Pero al mismo tiempo se precisa de una nueva actitud que contribuya a un ejercicio decente con debates sobre cuestiones esenciales. Cabe una sincera evaluación del gobierno de Correa, de sus errores y aciertos, de sus costos y beneficios; luego examinar serenamente si las prioridades del Gobierno son las certeras para mejorar la calidad de vida de la gente, si lo que está haciendo en materia de seguridad es efectivo en un país penetrado por el narcotráfico, si caben mejoras en los programas de inclusión social y cómo aumentar la productividad del recurso humano y diversificar la estructura productiva del Ecuador con la participación de la inversión privada, nacional y extranjera, como complemento indispensable de la inversión estatal.
Los nuevos partidos políticos tienen que opinar sostenidamente sobre estos aspectos sustanciales, debatir con razones técnicas y políticas lo que le conviene al país por lo menos en los 10 años por venir y para eso se necesitan estudios y análisis solventes de parte de los nuevos dirigentes políticos. Si no se hace un trabajo serio en unidad de acción, la oposición política, tan necesaria en democracia, será borrada del mapa electoral.