Reinaldo Páez Z.

Frustración y ceguera

El pueblo ecuatoriano ha dado respuestas frustrantes para una mayoría de compatriotas en la última jornada electoral. Ha favorecido con su voto al correísmo y a sus colaboradores que, en un alto número, han sido sentenciados por corrupción y ha elegido a candidatos que usan grilletes o están glosados con millonarias sumas, en una clara demostración de la existencia de una justicia desnaturalizada  y retorcida; y, por otra parte, ha negado, según el conteo inicial, las ocho preguntas de la consulta y  se ha opuesto a la extradición de narcotraficantes y lavadores del dinero, a la reforma política, a la autonomía de la Fiscalía  y deja incólume a ese organismo disfuncional y desprestigiado, el Cpccs.

Los partidos políticos han perdido su sustento ideológico, priman los intereses elitistas, la ambición, la vanidad, proliferan los aventureros, han desaparecido los días en que los ideales uniformaban a todos los estratos sociales y se luchaba por combatir el hambre, la pobreza y la ignorancia de un pueblo olvidado. El correísmo ha extendido su proselitismo engañoso a estos sectores y ha disfrazado su pasado corrupto con ofertas ilusorias y de ensueño a los inocentes pobladores.

La gente que anhela, para sus hijos y nietos, un país con gobiernos éticos y capaces, debe unirse para trabajar por el bienestar colectivo, elegir a candidatos únicos y no fragmentar la votación. La gran masa debe ser educada, la cultura aclara las percepciones y evita que las trampas y engaños, de los que se llevaron el dinero con el que se habría podido combatir su extrema pobreza e ignorancia, sean las ataduras de su masivo respaldo a los profetas del dolo. Apremia acabar con el caos electoral del Consejo Nacional Electoral y del Contencioso Electoral, así como la Ley de Partidos, pues no es admisible que se permita la inscripción de candidatos sentenciados, el voto de los privados de libertad y un gasto electoral incontrolado que beneficia al que más dinero posee, aunque sea mal habido y fruto de una gigantesca corrupción.