La crisis multidimensional de Quito se evidencia en el anacrónico modelo de gestión del presupuesto metro-dependiente y del marco institucional de secretarías, direcciones, empresas, administraciones zonales sobre puestas; la ausencia de visión de futuro expresada en la inexistencia de un proyecto de ciudad; las inadecuadas infraestructuras de transporte sin un sistema integrado multimodal y de basura que no recoge ni la que produce; los efectos del cambio climático expresados cíclicamente en sequías (incendios) e inundaciones (deslaves) y la obsoleta estructura productiva venida de la sustitución de importaciones.
A este patético cuadro debe sumarse la aguda crisis del sistema de representación. El Ecuador tiene 21 organizaciones políticas nacionales y la provincia de Pichincha 28; esto significa que en Quito existen 49 actores políticos que se expresarán en las s elecciones de marzo. Este proceso simultáneo de atomización y localización de la política conduce a una superabundancia de candidaturas, como se evidencia con la presencia de seis mujeres candidatas: Daniela Chacón (Ahora), María Luisa Maldonado (fracción correista), Ivone Von Lippke (Independiente), María José Carrión (fracción morenista), Natasha Rojas (UP) y María Sol Corral; y, por otro, diez hombres: Víctor Hugo Erazo (MANA), César Montufar (Concertación), Paco Moncayo (ID), Juan Holguin (CREO), Patricio Zuquilanda (SP), Jorge Yunda (fracción AP), Mauricio Pozo (PSC), Pablo Dávalos (Pachacutic), Xavier Buendía (Centro Democrático).
De este conjunto de candidaturas hay dos originadas en Guayaquil para posicionar en la capital las elecciones 2021: Juan Holguín presentado por Guillermo Lasso y Mauricio Pozo alineado con Jaime Nebot. El resto de candidaturas son locales, sin anclaje nacional, que buscan incidir en la política urbana o no perder la personería jurídica.
Con esta propensión el resultado electoral profundizará la crisis de representación y por tanto de gobernabilidad, porque tendremos un alcalde con baja aceptación ciudadana -por la dispersión del voto- que romperá la tendencia que ha tenido la ciudad con alcaldes con voto mayoritario; lo cual significará que tendrá poca legitimidad social. Pero también habrá un concejo altamente fragmentado donde será difícil llegar a consensos. Si el actual Concejo que preside Rodas inició su gestión con tres bloques, el próximo lo hará con no menos de cinco, porque además el concejo se constituye desde cuatro distritos lectorales, donde sus representantes piensan más en sus clientelas y menos en la ciudad como totalidad.
Salir de esta crisis de representación no será fácil a corto plazo. Por lo pronto se requiere, por lo menos: una depuración de las organizaciones políticas, la inclusión de una segunda vuelta en las capitales de provincia y la generación de un concejo con representantes de los distritos electorales y de la ciudad (parecida a la Asamblea).