Las tres pasiones de Blasco Moscoso Cuesta, el Crack, el fútbol y el periodismo, son reseñadas en un libro de reciente aparición, que nos hace pensar la historia del fútbol y del periodismo deportivo ecuatoriano. Dos ideas, entre muchas, le dijo Blasco Moscoso Cuesta a Jaime Naranjo, que hoy tienen vigencia: “no imagino a un periodista que no le dé valor a la historia” y “en el campo periodístico, sea original”. Con ellas regresa 23 años después.
Valor a la historia.- La radio transformó el fútbol, porque introdujo la posibilidad de conocer en tiempo real lo que ocurría en la cancha y con ello, produjo una separación entre el espectador que mira y la audiencia que oye a distancia. Para ello se requería un relator que describa el partido recurriendo a la metáfora o a las sin razones del gol de pelota quieta o de camerino, matar la pelota o el tiempo, el pase al vacío o milimétrico. Era la imaginación del relator que contaba con la complicidad de la audiencia. Allí estuvieron los maestros de Carlos Rodríguez Coll, Carlos Machado y Alfonso Lasso.
En ese contexto de pasión debía haber algo de racionalidad y ese espacio fue reservado para el comentarista, quien nos hacía entender un penal, una jugada extraordinaria, el gol ansiado o un tiro libre; así como también lo ocurrido en el primer tiempo o en todo el partido. Este fue el ámbito de Blasco Moscoso Cuesta, que nos enseñaba pedagógicamente a comprender el fútbol de forma inductiva.
Con originalidad.- Estos periodistas tenían un estilo muy nuestro, quiteño. Porque así como hay estilos nacionales de jugar el fútbol también existen estilos de narrar y comentar este deporte. Por eso el de Quito era distinto al de Guayaquil, como el de Argentina al de Brasil o España. ¿Dónde está el periodismo heredero del Rey de la Cantera de Guayaquil o el del hombre que televisa los deportes en Quito¿ ¿Dónde están los herederos de Petronio Salazar, Jacinto Velásquez o cómo explicar que Estadio se haya venido a menos?
Frente a este pasado original y creativo, hoy vivimos a las cable operadoras que en vez de asentarse en la cultura nacional llegan con formas neocoloniales para transformarla, por ejemplo: 1. En la lógica del tiempo, el lunes desaparece como día de reflexión de la fecha pasada; así como también la hora de ir al estadio. Las taquillas han bajado. 2. El estilo de los comentaristas y relatores parece franquicia argentina: la bajada del bus, el saludo a los familiares, el jugador del partido, las jugadas polémicas y el análisis con animador y cuatro más que se pelean… 3. En la programación la mujer tiene un rol subsidiario, que solo sirve de complemento al relato masculino -¿secretaria o asistente?-. 4. La calidad técnica de la transmisión deja mucho que desear y se enfoca en pocos equipos.
Blasco Moscoso está presente para decirnos: “qué pasó cholitos…”