No cabe duda de que la criminalidad nos está agobiando: asesinatos, homicidios, femicidios, asaltos, robos, etc, etc, están a la orden del día.
Sin embargo, dentro de este cuadro que ya es de espanto, en la edición del 12 del presente mes, diario El Universo informa: “Tres muertos con disparos, entre ellos un bebé de 8 meses”.- “Hombre disparó en el rostro a su expareja y se fue a dormir”. Abreviando las citas, la que causa mayor alarma es la siguiente: “Otras 29 personas fueron detenidas en Guayaquil durante la última semana. Ellos pertenecen a cinco bandas delictivas”, (página 13)
No ha sido extraña la existencia en nuestro Ecuador de pandillas. Desde cuando dejó de ser país de paso de las drogas y muchos empezaron a utilizar estupefacientes, el panorama cambió de manera radical: aparecieron los sicarios y los castigos con muerte, en ocasiones de manera tan cruel como el desmembramiento del cadáver del ajusticiado.
Paralelamente y sin que se pueda confundir con esas bandas y agrupaciones dedicadas a utilizar mal la política y el poder, surgió en la legislación ecuatoriana reglas sobre “asociación ilícita” para controlar y sancionar a grupos que perjudican al Estado, valiéndose de contratos administrativos con sobreprecios y desvergüenza alarmantes.
El Código Penal estableció el delito de asociación ilícita, para el caso de dos o más personas que se asocien con el fin de cometer delitos. Cada una de ellas será sancionada por el solo hecho de la asociación.
La alarma que provoca la existencia de bandas delictivas consiste en que constituyen un verdadero cáncer. Estamos viendo, en estos mismos días, habitantes de Honduras y El Salvador tratando de llegar a los Estados Unidos, inclusive con sus hijos en brazos y se quejan de que en su país no hay fuentes de trabajo, pero sí el terror impuesto por las bandas criminales, dos de las cuales se llaman Salvatrucha, la una; Mara, la otra.
Un reportaje del periodista Sam Dealey en la revista Selecciones, informa que una vez dentro de la banda criminal, no pueden abandonarla. Una de ellas, Brenda Paz, proporcionó información a los fiscales sobre robos a mano armada, apuñalamientos y tiroteos de los Maras en tres Estados de EE.UU. Estaba para rendir testimonio sobre ajusticiamiento de otro individuo, pero su cadáver fue encontrado cerca de un río: la habían estrangulado, propinado 16 puñaladas y tres tajos profundos en el cuello. Estaba embarazada.
Otra, llamada Isabella reveló que el ingreso a la banda requiere golpizas y “otros actos”, inclusive violación; y cuando se trata de hombres, la prueba es causar la muerte de alguien, como demostración de valentía.
Para meditar: en EE.UU. la presencia de esta clase de bandas se revela con la pintura de grafitis en casas y edificios. Es tiempo de actuar con decisión y energía.