Noboa pudo detener la caída de intención de voto que le produjo su extraña participación en el segundo debate. Y González no pudo desvincularse de la sombra de su hacedor y de los odios y venganzas que destila el personaje. Resultado: Un joven de 35 años es el nuevo presidente de Ecuador, cuando la inseguridad, el número de muertes violentas, descontrol en las cárceles y avance de las mafias del narcotráfico,tienen boca abajo al país.
Misión difícil, pero no imposible. Requiere ideas claras, un equipo experimentado, capaz y leal, acciones de efecto inmediato, como podrían ser las reformas constitucionales y legales mediante referendo que permitan limpiar los 280 partidos y grupos políticos que son cáscaras vacías, mientras la Revolución Ciudadana, que actúa como un bloque monolítico ante la dispersión del resto,logra un alto número de asambleístas, prefectos, concejales y alcaldes. La elección de legisladores en la segunda vuelta, desaparición del Consejo de Participación Ciudadana, un Consejo de la Judicatura sensato y conocedor de su accionar, y un Consejo Nacional Electoral, activo, independiente y confiable, para nombrar lo más urgente.
Modificado así el campo de acción, podrá concentrar sus esfuerzos en disminuir sensiblemente la inseguridad, crear un ambiente favorable al desarrollo de los negocios para que generen empleo, acabar con asaltos, secuestros y vacunas, permitir que los restaurantes, tiendas y almacenes operen en horario regular sin el temor de ser asaltados al caer la tarde, tener controlsobre las cárceles para que dejen de ser cuarteles desde los que operan las mafias y lograr el apoyo de la ciudadanía para que en los 15 meses de mandato justifique su elección y -muy importante- triunfe en las elecciones de febrero de 2025.
Son metas agresivas, pero que se podrán alcanzar si todos, cada uno en el ámbito de su acción, comprometemos el apoyo al nuevo gobierno. El desafió, por tanto, no es solo de Noboa, sino delos ciudadanos.