El libro Emprendimiento, Innovación y Desarrollo Económico, editado por Szirmai, Naudé y Goedhuys, tiene un capítulo escrito por Erik Stan y André van Stel sobre los tipos de emprendimientos y su relación con el crecimiento económico. Aquí, ellos tratan de validar la existencia de esta relación, categorizando a los países según su nivel de ingresos en: economías de ingreso alto, en transición y de ingreso medio. Chile, México, Argentina, Brasil, India, Tailandia y Sudáfrica son las economías consideradas como de ingreso medio, por ejemplo.
Stan y van Stel recurren a los datos provenientes del Monitor de Emprendimiento Global (EGM) y del FMI como fuente primaria de información, centrando su estudio en 36 países y analizando 6 variables. Técnicamente, los autores explican el crecimiento económico a través del crecimiento del emprendimiento, las expectativas de crecimiento del emprendimiento para los siguientes 5 años, el ingreso per cápita y la variación del grado de competitividad, todo a nivel de país.
Los resultados son interesantes y sugieren que, a diferencia de las otras categorías, el emprendimiento no tiene efecto en el crecimiento económico en países de ingreso medio. Una de las explicaciones, de acuerdo con los autores, radica en que la estimulación del emprendimiento en estos países genera solo un emprendimiento de necesidad y con una mano de obra poco calificada. Al no sumar este tipo de emprendimientos mano de obra, ni capital físico, ni generar choques tecnológicos de índole general o de aquellos que aumenten la productividad específica de estos dos factores, no hay mayor contribución al crecimiento de la economía.
Lo concreto aquí es que nuestra economía pertenece a una categoría inferior a aquella definida como de ingreso medio, por lo que muy seguramente acá el emprendimiento tampoco tenga efecto alguno en el crecimiento económico. ¿No sería mejor entonces focalizar los recursos en fortalecer a las pymes mayores de 5 años y en educar eficientemente a la población?