Enrique Echeverría G

La educación y los pobres

Entre el modo presencial en el local escolar y el estudio por medio del internet desde el hogar, el adecuado es el primero, por dos razones básicas: a) la prefieren la mayoría de estudiantes; b) no requiere medios de los que carecen los económicamente pobres.

El virtual, requiere un computador. El precio de uno, básico, es 500 dólares con pago de contado. Tal cantidad en un hogar pobre es imposible: debe acogerse al crédito que eleva demasiado el costo final y los pagos parciales, cuyo atraso sufre implacable exigencia vía teléfono y a cuyo valor agregan el de las llamadas, que son muchas y el pago de intereses por el atraso.

Esta realidad conozco porque algún deudor, o por cruce de líneas telefónicas me atormenta con las llamadas requiriendo pago de mensualidades pendientes. Los tonos son distintos: algunos, con lenguaje usual; otros, con frases duras y hasta amenazantes.

La realidad para la gente de escasos recursos es amarga; peor, si se trata de más de un estudiante que no puede compartir el mismo aparato simultáneamente.

A todo ello, hay que agregar la situación de la salud afectada por la pandemia. Actualmente, los niños también están sufriendo contagio, realidad que se generaliza. En pocos días fueron afectados 47 escolares: debieron suspender las clases presenciales. En ese número, se incluye un niño de un año de edad, debatiéndose entre la vida y la muerte.

El sicario principal –covid 19- y su cómplice recién llegado, el Ómicron, están matando niños. Mueren los niños, el jardín de la vida humana se queda sin flores; madre y padre se hunden en el dolor y la impotencia.

En materia de educación, la única ventaja es que los niños tienen tiempo para esperar los ciclos escolares. El problema mayor es con los colegiales para quienes un año es bastante en su vida. Si, además, por la pobreza del hogar de sus padres no pueden capacitarse debidamente, su ingreso a la universidad no es factible y solo aumentarán el mercado laboral de bajos ingresos; o, peor, la desocupación.

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