Los quiteños se pusieron muy contentos cuando escucharon que la ciudad tendría un metro.
Alegres, porque Quito pasaría a ser parte de las ciudades latinoamericanas que tienen este sistema de transporte. También, porque tendrían una opción más para transportarse y con rapidez.
Ese anuncio se lanzó en 2010. Desde entonces, han sucedido varios problemas.
En la actualidad, ese manoseo es mucho más visible, por los problemas de inseguridad con los grafitis, la falta de aire acondicionado y demoras en la reparación de los trenes dañados.
La proyección inicial para la operación del Metro de Quito era llevar 300 000 pasajeros diarios, sin embargo, esa meta no se ha cumplido en los seis meses de funcionamiento del nuevo sistema de transporte de los quiteños.
Desde el inicio, los estudios técnicos para la construcción de la obra quedaron a un lado.
El Metro de Quito estaba pensado para conectar a los usuarios del valle de Los Chillos con buses alimentadores que llegarían al bulevar 24 de Mayo. Adicionalmente, se había previsto reorganizar el transporte público, junto con el metro, para optimizar la transportación de los quiteños.
Nada de eso se hizo. Se perdió la oportunidad de beneficiar a más habitantes con este transporte y aún se sigue con un sistema de movilización, desconectado de los otros operadores, como son la Ecovía, Trole, corredor occidental norte y los buses urbanos.
Esa falta de interconexión hace que Quito viva en un permanente caos vehicular. Más gente usa su vehículo particular, por la poca accesibilidad al transporte público de calidad y cercano.
Y tampoco se transparentó la tarifa real para los pasajeros, que pone en riesgo la sostenibilidad económica del Metro de Quito.
La tarifa actual es de 45 centavos de dólar, cuando en la realidad debiera estar entre los 90 centavos y 1 dólar.
La diferencia es subsidiada por el Municipio y ya se sabe que los subsidios crean distorsiones para una buena competitividad y calidad en el servicio.
Por la politiquería, el metro no tiene un buen sistema de seguridad, que fue evidente con el último acto de vandalismo que se cometió con uno de los trenes el lunes 3 de junio de 2024.
El metro de Quito no cuenta con un sistema de aire acondicionado y no tiene capacidad para reparar los trenes. Uno de los 18 trenes aún no está en operación, porque se descarriló durante la fase de pruebas. Recién esta semana se decidió que entrará a reparación.
La renuncia del gerente, Víctor Villacrés, en apenas seis de operación comercial, agrava la institucionalidad del Metro de Quito. Estos son solo algunos de los problemas, porque no hay que olvidar que
Si bien constituye un medio de transporte rápido, moderno y alivia a los usuarios para ir al trabajo o actividades cotidianas, los problemas afectan a los usuarios.